Escribe Aldo Ares
E.mail.: aldoares@hotmail.com
DEL CORRALITO ARGENTINO
AL CORRALON MUNDIAL
Los argentinos tenemos experiencia en materia de desastre financiero. Aquel diciembre del 2001 despedazó el país y todavía no tocamos fondo. El problema nuestro, drama y tragedia -a la vez- es que nos tomamos lo serio a chiste, aunque lo envolvemos de solemnidad, de boato y fuegos de artificio.
Las consecuencias del made in argentina están escritas en la realidad que tenemos a la vista: una lotería que toca a unos pocos y manda a la trastienda de la pobreza a la mayoría de la población.
La sombra de nuestro abismo es que el desastre financiero viene precedido de un desastre político, nuestra marca registrada, de un cataclismo moral de nuestra sociedad, que nos ha dejado sin instituciones y una casa común sin paredes.
Lo financiero desembocó en deuda “estratosférica” imposible de pagar. Lo político en salto al vacío sin red, imposible de amortiguar la mortal caída. Ni de lo financiero, ni de lo político tenemos repuesto, reposición, ni recambio. Solo nubarrones en el horizonte y llanto en los corazones.
PRECURSORES
Precursores y pioneros en el desastre. Quién lo diría. Lo importante es destacar, aunque sea en lo peor.
El iceberg de la burbuja argentina inoculó el sistema norteamericano y se tambaleó el mundo. Los argentinos lo vimos primero.
No es para risa, pero Cristina se lo tomó para el “churrete”. Nuestra Mafalda es especialista en chinchar y escupir para arriba aunque se ahogue la familia. “No te arrimes que me tiznas”: le dijo una sartén a la otra.
¿EL FIN DEL CAPITALISMO?
Esto si que es más serio de lo que parece. La mesa del imperio, del sistema, se pudrió y se quedó sin patas. El capitalismo se ahogó en sus fétidas aguas. Se le nubló la vista, le entró las cataratas y, ciego y sin rumbo, aguarda su muerte.
La clave del casino para que no se desfonde es el control. Y como falló el control, el casino se fue a la quiebra. Y el jefe de la banda, Bush, sin enterarse, ocho años en la inopia.
Resumiendo el “cotarro”, esta locura, viene de dejar suelto al que dirige la codicia. Los grandes gestores de las grandes compañías, bancos de inversión, exigieron que les dejaran el grifo abierto. Sueldos descomunales para ellos y libertad para especular y poder engordar sus propias acciones. El resultado de la codicia rompió el sistema, porque por encima del interés general prevaleció el interés personal de estos gestores fantasmas que quieren ganar más que todos los accionistas juntos.
Ni con la cárcel estos facinerosos pagan el daño que han hecho al sistema y en especial a los ciudadanos de a pie.
UNA NUEVA ERA
El capitalismo entró en estado de defunción. Alguna vez podría pasar y pasó. Una nueva era, con otras reglas de juego está en marcha. La hegemonía americana mundial está en serio riesgo de desvanecerse. Otro mundo nos espera, ojala que el nuevo orden sea mejor que el que ha muerto.
En este nuevo ordenamiento mundial jugarán un papel importante los países emergentes como China, La India, Brasil. Nosotros no figuramos en este grupo de grandes expectativas, perdimos el tren hace rato, pero quién sabe si nuestro espíritu creyente, mesiánico, nos devuelve al mundo. La suerte que siempre es esquiva tal vez se apiade de nosotros que vivimos colgados de los milagros, alejados del sacrificio, la seriedad, el trabajo y la responsabilidad.
Necesitamos un estruendoso exorcismo espiritual para regresar al honor de nuestra patria, al respeto a nuestras instituciones republicanas, a la decencia de la política, a la confianza de la sociedad, a la educación obligatoria de todos nuestros niños y al respeto a la vida de todos los que no piensan igual pero son argentinos. Necesitamos huir de la mentira, los extremos y las falsas ideologías. Necesitamos la luz de la transparencia, no el error de ocultar todo para tapar la incapacidad y la falta de idoneidad. Necesitamos compartir y convivir, evadirnos de la codicia despiadada, que siembra pobreza a diestra y siniestra. En medio de esta convulsión mundial llegó nuestra hora de reinventarnos o pereceremos para siempre.
EL HORROR DEL 29
La debacle de ese año histórico, convertido en mito del capitalismo, siempre vuelve. Pero esta vez no es una amenaza, vino para quedarse.
El recuerdo de cientos de miles de campesinos americanos que lo perdieron todo, a manos de los bancos, deambulando en busca de comida y trabajo de peones para sobrevivir, es la postal del 29 que vuelve a nuestra memoria. Y los miles de suicidios en las ciudades de tanta gente arruinada.
Pues bien, la mentira del capitalismo nos ha vuelto a traicionar. El Estado, los Estados, nos decían que ahorráramos, que invirtiéramos en fondos de inversiones, en fondos de pensiones, que las pensiones no se podían garantizar a futuro. Al final papá Estado ha tenido que salir a “rescatar” a los bancos que debían garantizar nuestros ahorros y nuestras jubilaciones.
Y a nosotros, a la gente de a pie, ¿Quién nos rescata? ¿Al obrero, a la clase media, quién la rescata de la gran estafa? ¿Quién rescata a los pobres de su pobreza? El hombre, objeto puro de la codicia, del consumo, no tiene protección en este sistema perverso. Para el hombre no hay reposición.
Por eso no está nada mal que este sistema muera y dé paso a otro opuesto que garantice no ya su dinero sino su propia vida, el derecho a su existencia de una forma más digna que la actual.
EL CORRALON DE UNA MUERTE ANUNCIADA
El corralito argentino ha vuelto a la memoria de los mortales de medio mundo. El debate de la calle, de los telediarios, de las tertulias televisivas nos ha devuelto a la actualidad, somos el ejemplo de la debacle, de esta burbuja asesina y ladrona.
Pero como no hay mal que por bien no venga, no sería extraño que La Argentina pueda resurgir de sus cenizas en este corralón mundial. Las posibilidades son escasas, dadas nuestras características, nuestras costumbres provincianas, nuestra inocencia gaucha, nuestra “cultura” de ser los mejores aunque estamos a la cola de todo. En codicia y corrupción no nos gana nadie.
Somos rehenes de nosotros mismos. No es normal que a La Argentina le vaya bien si al 80 por ciento de los argentinos les va rematadamente mal.
En todo y en el mejor de los casos -y por las dudas lo de los milagros sea un bien nacional- me encomiendo a la misma “potra” del bicampeón de formula 1, Fernando Alonso, en la última carrera de Singapur.
El asturiano no tenía la menor chance de ganar ya que partió del décimo- quinto puesto. En las primeras vueltas repostó combustible porque era la ley del condenado que no tenía nada que perder. En esas, su compañero brasileño de escudería, Nelsiño Piqué, se empotró contra las vallas de protección y cambió la película. Entró a la pista el coche de seguridad y Alonso se posicionó detrás, es decir, primero y con el tanque lleno. A este milagro (accidente) se sumó otro más, consiguió mantenerse primero hasta el final y ganó la carrera.
En una de esas, esta debacle financiera del corralón mundial, sirve para que nos quiten la deuda externa, se evaporen los archivos que nos tienen agarrados de los ovarios y de paso nos perdonen la sequía.
Puestos a pedir, el cielo es celeste como nuestra bandera, que lo declaren argentino y patrimonio mundial.
1 comentario:
Gracias por la gran información! Yo no habría descubierto esto de otra manera!
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