Ley de Menores
En estos días se ha comenzado a hablar nuevamente de la baja en la edad en la imputabilidad de los menores en conflicto con la ley, o mejor dicho que delinquen.
Una ley que trate solamente la edad no representa nada sino va acompañada de una batería de medidas que contemplen la situación socioeconómica, el entorno familiar y social del menor en cuestión, como así también las penas a aplicar, que no pueden ser iguales a las aplicadas a un mayor y el lugar de detención, que no puede ser un depósito de castigo.
En el caso que la pena aplicada sea de restricción de la libertad, ésta debe llevarse a cabo en un lugar donde al joven se lo trate con respeto y consideración, con personal altamente capacitado que lo eduque, le de contención, estudio y algún oficio, que le sirva para rehabilitarse e incorporarse a la sociedad con posibilidades buenas de futuro.
Hay quienes dicen que tratar una ley sobre la minoridad no es muy relevante porque en las estadísticas los delitos cometidos por ellos no representa más de un 5%, pero lo que no tienen en cuenta es que ese porcentaje no es un número, sino un joven que necesita atención y una protección que él y la sociedad necesitan. Hay que tener en cuenta que quien delinque independientemente de la edad, representa un peligro para sí y para terceros, por lo tanto debe ser apartado para su resocialización.
Sin dudas los jóvenes no son los culpables de haber llegado a esta situación, los culpables somos los mayores y un Estado que durante muchos años fue dejando en el abandono y la miseria a una cantidad importante de ciudadanos, sin prestar buena educación, salud y viviendas adecuadas. La falta de trabajo, la marginalidad junto a la droga ha producido un coctel explosivo imposible de controlar.
La ley de minoridad que hoy se aplica es mala por donde se la mire. Todo queda en manos de un juez que determina según su antojo, si el menor que ha delinquido es entregado a sus padres (que en muchos casos son familia de delincuentes) o resguardado en lugares que en lugar de resocializarlos les enseña un master en delincuencia. En ninguno de los casos el menor es escuchado y no tiene la mínima posibilidad de una defensa. Repito queda en las manos de un señor que desde su escritorio y de acuerdo a como se levantó ese día o la cara del chico determina su destino.
Por lo expuesto es que creo que hace falta una ley que trate este tema integralmente, para que los jóvenes que delinquen tenga la posibilidad de una buena defensa y puedan ser resocializados, para el bien de ellos y de la sociedad en su conjunto. En cuanto a la edad, hay que tener en cuenta que hoy los chicos comienzan a delinquir muy tempranamente y creo que tomar como base una edad de 14 años no estaría alejado de la realidad.
Por último quiero contar un caso que conozco. Se trata de un chico que a los diez años ya salía a robar, cualquier cosa, lo que fuera, al poco tiempo andaba armado y asaltaba para robar un bolso, un celular o una moto. A los 12 años lo detuvo la policía con una moto que había robado a punta de pistola, le quitaron la moto y el arma y se lo entregaron al padre, que dicho de paso vende drogas. Así siguió su vida, de robo en robo y de la policía a la casa, hasta que un día cuando ya tenía 15 años, en un asalto hirió de gravedad a una persona y el juez lo internó en el instituto de La Plata de donde a los pocos días se escapó. Así siguió libre hasta los 19 años en que mató a tiros a un hermano suyo cuando éste estaba esperando en la puerta de un comercio para que lo atendieran. Lo terminaron deteniendo como al año en un asalto para robar un coche. Es bueno decir que siempre estuvo o en la casa del padre o en lo de la madre y la policía nunca lo encontró. Ahora está purgando una pena de 25 años.
Si a ese joven lo hubieran internado en su momento en un lugar cerrado y con el tratamiento adecuado, quizás no hubiera asesinado a nadie, se hubiera reencausado y no estaría preso, de donde con toda seguridad saldrá peor.
Encuentro
Espacio para la publicación de notas y comentarios sobre política general.
domingo, 8 de enero de 2017
lunes, 16 de diciembre de 2013
DÉCADA GANADA EN DESORDEN
Cuando desde la más alta
magistratura se fogonea y avala el corte de un puente internacional por extenso
tiempo; cuando se permiten cortes de calles por grupos de personas que lo hacen
por cualquier tipo de reclamo sectorial; cuando se admite tomar y destruir una
comisaría o cualquier oficina pública; cuando la policía encargada de velar por
la seguridad y el orden no pueden acceder a ciertos barrios porque son atacados
por sus pobladores sin que se les permita defenderse; cuando cualquier
individuo o grupos pueden destruir el patrimonio público sin consecuencia
punitorias; cuando los delincuentes se han apoderado de las calles y las
personas honestas deben permanecer tras rejas de contención y con todo tipo de
cuidados para no ser robados y maltratados; cuando los traficantes de drogas
peligrosas viven en mansiones suntuosas y viajan en autos de lujo, mientras los
trabajadores ganan sueldos de supervivencia; no se puede esperar otra cosa que
lo sucedido recientemente con los robos masivos y saqueos generalizados.
El gobierno y gran parte
de nuestra dirigencia política confunde lo que es “orden” con “represión” y
coloca los derechos de quienes protestan o delinquen sobre los derechos de
quienes pacíficamente, solo quieren trabajar, vivir en paz y con tranquilidad.
Cuando los derechos de la mayoría son pisoteados por una minoría o sectores,
que al margen de la ley reclaman y el Estado no ordena (por orden) esos
reclamos, se produce el descontrol y la anarquía.
Cuando la Señora presidente
dice que el interés de los amotinados (policías y algún otro sector) es tratar
que la población ciudadana crea que no se puede vivir en democracia y que es
mejor otro sistema como el vivido en los 80, tiene razón, no porque sea el
motivo primero de las fuerzas policiales sino porque con el correr de estos
últimos treinta años la dirigencia política ha demostrado su incapacidad para
combatir el delito y el desorden público. Cualquiera puede hacer lo que quiera
impunemente, desde los más altos cargos hasta las hordas de jóvenes que roban y
saquean en los barrios periféricos a las familias más desprotegidas.
Los vendedores de
estupefacientes pululan libremente por todos lados, no hay barrio que no tenga
dos o más lugares donde se venda y quienes deben reprimir o controlar este
delito, actúan mal, fuera de tiempo y muchas veces con complicidad.
Para agravar la situación
y el enojo de los ciudadanos, vemos como nuestra presidente baila y toca el
tambor mientras en el país morían más de una docena de personas. Y para no ser
menos el ministro de seguridad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hacía
abrir la cancha de Boca y jugaba un “picadito” con otros funcionarios
importantes, mientras la hinchada y la chusma de ese club destruía el micro
centro de la ciudad de la cual ellos son responsables.
Por lo expuesto, no nos
debe extrañar, que no bien se retira la fuerza pública de su tarea los
delincuentes (que son muchos más de lo que se cree) salgan a cometer sus
desmanes y lo hagan con bastante organización. Es su forma de vida, de la misma
manera que los trabajadores se organizan para defender sus derechos, ellos lo
hacen par cometer sus ilícitos.
Lo que la Señora
presidente debe tener bien en claro es que a pesar de todo lo que expongo aquí
y por más que se esfuercen los minúsculos sectores que quieren regresar a una
dictadura, la gran mayoría de los ciudadanos sabemos que por mala que sea esta
democracia es infinitamente mejor que aquella y defenderemos como podamos y
desde nuestro lugar esta forma de gobierno conseguida con mucho esfuerzo y
sangre.
Pero deben entender
nuestros gobernantes que “orden” no es lo mismo que “represión” y actuar contra
los revoltosos de forma enérgica no es otra cosa que restituir la paz social.
viernes, 8 de noviembre de 2013
¿VIVIMOS EN UNA VERDADERA DEMOCRACIA?
La democracia no es solo votar, también es participación ciudadana. Es la construcción de partidos políticos donde sus dirigentes sean elegidos por sus afiliados y adherentes. Pero eso no se da, y los ciudadanos vemos con bronca y estupor como quienes se llenan la boca hablando del cambio en la política, de inclusión y participación ciudadana, cuando llega el momento de las candidaturas (las que deberían ser el reflejo de elecciones internas) se reúnen entre cúpulas que nadie o muy pocos eligieron para conformar las mismas y bajan líneas que los militantes (afiliados y adherentes) tienen que acatar sin poner reparo alguno.
Hay honrosas excepciones, como es el de las elecciones internas hechas por el FAP marplatense y UNEN en Capital Federal.
Esto mucho más se complica cuando de las más altas esferas del gobierno se advierte que si pierden la elección legislativa y no conservan la mayoría parlamentaria se atenta contra la democracia.
Esto es una barbaridad.La Constitución que es sabia determina la división de poderes y uno de ellos es el Poder Legislativo. Decir que no se puede gobernar si no se tiene mayoría parlamentaria y que eso atentaría contra la democracia es ignorar lo que es “democracia” y esas aseveraciones en si mismas son un atentado contra ella.
La democracia no debería ser una enunciación vacía, debería ser una práctica común y constante de todos y cada uno de los ciudadanos del país.
En un gobierno elegido en elecciones libres que se diga que el Congreso puede ser un impedimento para gobernar, es darles la razón a los gobiernos dictatoriales o de facto.
Si para realizar un buen gobierno se necesita un Congreso adicto ¿para qué sirve? ¿Para escribanía del Poder Ejecutivo?
Para eso que reformenla Constitución y que lo anulen, así quedan solo dos poderes y nos ahorramos los enormes gastos que nos infringe.
La mayoría de nuestros políticos han perdido el rumbo, se creen los dueños de nuestras vidas y nuestros bienes. Se dirigen al ciudadano como si le estuvieran hablando a enfermos mentales. Mienten descaradamente.
La palabra de un político vale menos que nada, ayer era liberal, hoy es de izquierda y mañana no se puede saber que será, pero lo que es seguro que siempre estará entre los que viven de nosotros y muy lejos… muy lejos del trabajo real.
Se postulan para cargos que luego de elegidos no cumplen o no piensan cumplir. Gobernadores que se postulan para diputados, intendentes para concejales, pero que anticipan que seguirán en sus cargos sin asumir para lo que se hacen votar.
Otros que han asumido cargos para los que fueron votados hacen tan solo un año y medio, renuncian para postularse a otro cargo por cuatro años el que tampoco finalizarán.
Ahora votamos legisladores. Votamos hombres y mujeres por su cara, si habla bien o si nos agradó cuando estuvo en televisión ¿y las propuestas?... Bien gracias.
¿Será que nos tenemos que resignar a este sistema? ¿O será como dicen algunos que todo explotará?
Si todo explota, si tenemos suerte, tal vez la explosión haga desaparecer a todos estos mantenidos y surja de los escombros los brotes de una nueva política o, mejor dicho, el embrión de nuevos políticos, que nos encaminen positivamente a una real y verdadera democracia, donde surjan autoridades elegidas por las bases de una sociedad comprometida y con amplia participación.
De lo único que tenemos que alegrarnos es que por más desaguisados que cometan nuestros políticos, nunca más nadie golpeará las puertas de los cuarteles para hacer el cambio y los que aún piensan en eso, son una minúscula minoría repudiada por todos los argentinos bien nacidos.
El cambio se tendrá que ir operando poco a poco y desde las urnas.
Hay honrosas excepciones, como es el de las elecciones internas hechas por el FAP marplatense y UNEN en Capital Federal.
Esto mucho más se complica cuando de las más altas esferas del gobierno se advierte que si pierden la elección legislativa y no conservan la mayoría parlamentaria se atenta contra la democracia.
Esto es una barbaridad.
La democracia no debería ser una enunciación vacía, debería ser una práctica común y constante de todos y cada uno de los ciudadanos del país.
En un gobierno elegido en elecciones libres que se diga que el Congreso puede ser un impedimento para gobernar, es darles la razón a los gobiernos dictatoriales o de facto.
Si para realizar un buen gobierno se necesita un Congreso adicto ¿para qué sirve? ¿Para escribanía del Poder Ejecutivo?
Para eso que reformen
La mayoría de nuestros políticos han perdido el rumbo, se creen los dueños de nuestras vidas y nuestros bienes. Se dirigen al ciudadano como si le estuvieran hablando a enfermos mentales. Mienten descaradamente.
La palabra de un político vale menos que nada, ayer era liberal, hoy es de izquierda y mañana no se puede saber que será, pero lo que es seguro que siempre estará entre los que viven de nosotros y muy lejos… muy lejos del trabajo real.
Se postulan para cargos que luego de elegidos no cumplen o no piensan cumplir. Gobernadores que se postulan para diputados, intendentes para concejales, pero que anticipan que seguirán en sus cargos sin asumir para lo que se hacen votar.
Otros que han asumido cargos para los que fueron votados hacen tan solo un año y medio, renuncian para postularse a otro cargo por cuatro años el que tampoco finalizarán.
Ahora votamos legisladores. Votamos hombres y mujeres por su cara, si habla bien o si nos agradó cuando estuvo en televisión ¿y las propuestas?... Bien gracias.
¿Será que nos tenemos que resignar a este sistema? ¿O será como dicen algunos que todo explotará?
Si todo explota, si tenemos suerte, tal vez la explosión haga desaparecer a todos estos mantenidos y surja de los escombros los brotes de una nueva política o, mejor dicho, el embrión de nuevos políticos, que nos encaminen positivamente a una real y verdadera democracia, donde surjan autoridades elegidas por las bases de una sociedad comprometida y con amplia participación.
De lo único que tenemos que alegrarnos es que por más desaguisados que cometan nuestros políticos, nunca más nadie golpeará las puertas de los cuarteles para hacer el cambio y los que aún piensan en eso, son una minúscula minoría repudiada por todos los argentinos bien nacidos.
El cambio se tendrá que ir operando poco a poco y desde las urnas.
miércoles, 14 de noviembre de 2012
Denuncia contra el ANSES
DENUNCIA CONDUCTAS TIPIFICADAS EN EL ART. 248 DEL CÓDIGO-PENAL Señor-Juez:
JOSÉ LUCAS MAGIONCALDA, abogado Tº 62 Fº 671 del CPACF, constituyendo domicilio en Lavalle 1773, 6º “C”, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a V.S. me presento y respetuosamente digo: I. PERSONERÍA: Conforme lo acredito con la copia de poder que adjunto y firmo, declarando bajo juramento que el mismo es fiel a su original, soy apoderado de CIUDADANOS LIBRES PORLA CALIDAD INSTITUCIONAL ASOCIACIÓN CIVIL, con domicilio social en Lavalle 1773, 6º “C”, Ciudad de Buenos Aires. II.OBJETO: Que por expresa instrucción de mi mandante, vengo a presentar denuncia por la conducta tipificada en el art. 248 del Código Penal (incumplimiento de los deberes de funcionario público y abuso de autoridad) contra el Director Ejecutivo de la ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL , Lic. DIEGO BOSSIO, y contra todo otro funcionario que hubiese intervenido en los hechos que se describen seguidamente: III. HECHOS: Según informa el diario Clarín en nota periodística firmada por el Periodista Ismael Bermúdez, de fecha 13/11/2011(http://www.ieco.clarin.com/economia/Gobierno-explica-pago-millones-jubilados_0_809919045.html), la ANSES estaría abonando los beneficios con una quita de 3 puntos en el incremento de haberes previsionales que debería correr a partir del mes de setiembre de 2012, por aplicación de la denominada ley de “movilidad jubilatoria” Nº 26.417. En la mencionada nota periodística se sostiene que: “Esta diferencia de 3 puntos en el aumento a los jubilados equivale a $ 6.000 millones anuales que dejan de cobrar 5,7 millones de jubilados y pensionados y 1,3 millón de pensiones no contributivas . En promedio, son $ 857 menos por año por jubilado o pensionado.” Asimismo, sostiene el periodista Ismael Bermúdez que: “Al menos cinco consultoras y especialistas en temas impositivos y de Seguridad Socialconfirmaron a este diario que la fórmula de movilidad de septiembre arroja más del 14% . Esos estudios coincidentes son de Guillermo Jáuregui, Claudio Lozano, Nadin Argañaraz, la consultora ACM e IDESA.” Por otra parte, el Sr. Defensor de la Tercera Edad , Dr. Eugenio Semino, requirió oportunamente a la ANSES que informara cómo llegó al cálculo del 11,42% de aumento, cuando en realidad, debería haber llegado al 14, 4%. Pese a haber transcurrido el plazo legal, aún no se ha dado debida respuesta a este pedido, lo cual es indicativo de la mala fe con la que está actuando el funcionario denunciado. IV. EL DERECHO: Los hechos precedentemente descriptos se enmarcan en la tipificación que establece el art. 248 del Código Penal que expresamente establece: “Será reprimido con prisión de un mes a dos años e inhabilitación especial por doble tiempo, el funcionario público que dictare resoluciones u órdenes contrarias a las constituciones o leyes nacionales o provinciales o ejecutare las órdenes o resoluciones de esta clase existentes o no ejecutare las leyes cuyo cumplimiento le incumbiere.” En efecto, la ley 26.417 establece la fórmula de cálculo que debe seguirse para calcular el incremento de los haberes previsionales yla Resolución 6/2009 del Sr. Secretario de Seguridad Social del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación , reglamentariamente dispone criterios que pacíficamente venía siguiendo la ANSES para el cálculo de los incrementos previsionales. En consecuencia, el incumplimiento de dicha fórmula, al momento de calcular los haberes, no sería otra cosa que el incumplimiento de una ley de la Nación por parte del funcionario público obligado a cumplirla. En este caso, el DIRECTOR EJECUTIVO DE ANSES, Lic. DIEGO BOSSIO es responsable por la forma en que se han liquidado las prestaciones previsionales que, desde setiembre de 2012, no se ajustarían a lo que marca la legislación vigente. Ello, sin perjuicio de destacar, la posibilidad de que funcionarios de inferior o superior jerarquía que, por acción u omisión, podrían haber intervenido en el incumplimiento de la norma legal citada. V. SUGIERE MEDIDAS PROBATORIAS: Sugiero se cite al Sr. Defensor de la Tercera Edad , Dr. Eugenio Semino, a Guillermo Jáuregui, Claudio Lozano, Nadin Argañaraz y a los representantes de ACM, con domicilio en Av. Roque Saenz Peña 740 6B, C.A.B.A. e IDESA, con domicilio en Montevideo 451, Piso11, a fin de que ilustren al tribunal respecto del cálculo de incremento en haberes previsionales que debió haberse aplicado a partir de setiembre de 2012. VI. PETITORIO: Por todo lo expuesto, solicito se investiguen las conductas descriptas en el presente y se sancione a sus responsables. Proveer de conformidad. SERA JUSTICIA
JOSÉ LUCAS MAGIONCALDA, abogado Tº 62 Fº 671 del CPACF, constituyendo domicilio en Lavalle 1773, 6º “C”, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a V.S. me presento y respetuosamente digo: I. PERSONERÍA: Conforme lo acredito con la copia de poder que adjunto y firmo, declarando bajo juramento que el mismo es fiel a su original, soy apoderado de CIUDADANOS LIBRES POR
sábado, 27 de octubre de 2012
REVISANDO LA DEMOCRACIA DELEGATIVA
Guillermo O’Donnell
Enero 2010
Enero 2010
I.INTRODUCCIÓN
Publiqué mis reflexiones sobre la “democracia delegativa”
(en adelante DD) por primera vez en portugués, en 1991.[1] Tenía
entonces en consideración los gobiernos de Menem (Argentina), Collor (Brasil) y
la primera presidencia de Alan García (Perú). Tracé algunas características que
aún me parecen válidas de lo que llamé en esos textos “un nuevo animal” que
estaba surgiendo en nuestra región; pero otras características del tipo propuesto
y de su posible dinámica estaban en esa época vinculadas a las políticas
(llamadas) neoliberales que se impusieron en esa época, que determinaron que
esos gobiernos (así como algunos que lo sucedieron poco después, especialmente
Fujimori) aplicaran políticas que afectaron duramente su popularidad.
Actualmente, ya en el siglo XXI, han emergido los que a mi entender son nuevos
casos de DD —los gobiernos Kirchner en la Argentina, Correa en Ecuador, Ortega
en Nicaragua, García en su nuevo mandato en Perú, Chávez en Venezuela (aunque
ver abajo acerca de deslizamientos hacia el autoritarismo) y Uribe en Colombia.
En contraste con los casos de décadas precedentes, los gobiernos recién
listados han gozado de dos ventajas: una, la gran expansión de la economía
internacional que favoreció notoriamente las exportaciones latinoamericanas;
otra, el debilitamiento de las ideas neoliberales y de las instituciones que
las propiciaban (y a veces imponían).
Ambos factores hicieron posible que en los casos
recientes se adoptaran, en contraste con los anteriores, políticas económicas y
sociales fuertemente expansivas –del aparato del estado incluido--, que dieron
un fuerte respaldo inicial a los respectivos gobiernos, aunque cabe agregar que
esa bonanza ocurrió con independencia de que se tratare o no de un caso de DD.
Pero, como sabemos, la crisis económico-financiera desatada a partir de la
segunda mitad de 2007 disminuyó el “viento de cola” de la economía
internacional y presenta actualmente (comienzos de 2010) varios interrogantes
acerca de su continuidad respecto de los productos exportables de estos países
y sus futuros precios. A la consiguiente crisis de estas DD, o al menos una
difundida puesta en duda acerca de los expansionistas “modelos de desarrollo”
precedentes, se han sumado importantes factores más propiamente políticos y
domésticos que hacen a características propias de las DD y sus modalidades de
funcionamiento, a las que me refiero abajo. Esta conjunción de factores ha
llevado actualmente a situaciones que han alimentado vigorosamente tendencias
autoritarias ya existentes en el comienzo de algunos de estos casos (Venezuela
y Colombia) o a una creciente sensación de crisis e incertidumbre, acompañada
de preocupantes transgresiones legales e institucionales (Argentina y Ecuador).
En parte por la espectacularidad que han tenido en el
pasado no pocas decisiones de estos gobiernos, y en parte por la sensación de
crisis que los afecta actualmente, se despertó recientemente un renovado
interés, no sólo en círculos académicos, por el concepto de la DD. Fue así como
Osvaldo IazzettaI, con la valiosa cooperación de sus colegas de la Universidad
Nacional de Rosario organizaron en esta ciudad, en Octubre 2009, una jornada de
discusión sobre el tema. Esa jornada mostró la complejidad del mismo y el
acuerdo de los participantes continuar en su indagación desde sus áreas de
conocimiento teórico y empírico. Este es el origen del futuro volumen, del que
el presente texto es un anticipo para el CPA.
II.UNA CARACTERIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA DELEGATIVA.
Comienzo con una caracterización de la DD; aquí enuncio
aspectos básicamente estáticos, dejando para la sección IV los dinámicos.
A. La DD expresa y ejecuta una manera de concebir y
ejercer el poder político, sustentada por algunos presidentes y colaboradores;
suele ser compartida, al menos temporariamente, por importantes franjas de la
opinión pública.
B. Es democrática por dos razones principales. Una es su
legitimidad de origen, es decir su surgimiento de elecciones razonablemente
limpias y competitivas. La otra es que durante ella se mantienen vigentes
ciertas libertades política básicas, tales como las de expresión, reunión,
prensa, asociación y movimiento (pero ver abajo algunas salvedades).
C. No es por lo tanto ajena a la tradición democrática,
pero es menos liberal y republicana que la democracia representativa. Esto
implica no reconocer los límites constitucionales/legales de los poderes del
estado que, aunque de diferentes maneras, esas dos corrientes postulan. La
tendencia resultante de la DD a la transgresión o extra-limitación de las
fronteras institucionales legalmente establecidas, y se agudiza en situaciones
de crisis de las que me ocupo abajo.
D. Es por ello mismo fuertemente mayoritaria. Consiste en
generar, por medio de las elecciones arriba referidas, un líder que se erige
por (en principio) un período determinado, en el principal intérprete, si no la
encarnación, de los principales intereses de la nación.
E. La concepción básica, que se expresa repetidamente por
el líder y sus seguidores, es que la elección da al presidente/a el derecho, y
la obligación, de tomar las decisiones que mejor le parecen para el país,
sujeto sólo al resultado de futuras elecciones presidenciales.
F. En consecuencia, esta auto-concepción y las prácticas
de poder resultantes consideran un estorbo indebido la “interferencia” de
instituciones que ejercen diversos aspectos de control sobre el poder
ejecutivo, incluyendo los otros dos grandes poderes del estado constitucional
(legislativo y judicial), así como las diversas instituciones de accountability
horizontal[2] que ha ido incorporando la legislación moderna
(auditorías generales, fiscalías generales y especializadas, defensores del
pueblo y semejantes). Esto lleva a esfuerzos por anular, cooptar y/o controlar
esas instituciones; el éxito de estos intentos depende de relaciones de fuerza,
variables de caso a caso y dependiendo de períodos. Esta es una de las razones
por las que los presidentes DD no son omnipotentes, aunque extreman esfuerzos
por serlo
G. Asimismo esta concepción lleva a que la manera típica
de adopción de políticas públicas sea abrupta e inconsulta; trata de no pasar
por los filtros de otras instituciones, aunque el grado en que lo logra depende
también de casos y períodos, además que inevitablemente se encuentra –para la
toma de esas decisiones y su implementación— con diversas relaciones fácticas
de poder. Pero esos encuentros suelen realizarse, por la razón ya indicada,
mediante relaciones nula o escasamente mediadas institucionalmente.
H. Más globalmente, esta auto-concepción expresa la idea
de que el presidente es la encarnación, o al menos el más autorizado
intérprete, de los grandes intereses de la nación. En consecuencia, el líder se
siente –y suele insistir en decirse— colocado por encima de las diversas
“partes” de la sociedad.
I. Lo anterior incluye a los partidos políticos, vistos
como expresión sólo parcial de esos intereses. De ahí que el/la presidente DD
sea movimientista: lo que dirige no es un partido o una facción sino un
movimiento que contiene o expresan uno o más partidos y diversas organizaciones
sociales y/o para-estatales, pero no reducible a ellos.
J. Puede expresar diversas orientaciones ideológicas. La
mayor parte de los casos pertenece, más o menos vagamente, a la izquierda. Pero
Uribe muestra que bien puede haber una DD de derecha (y Fujimori antes); en el
caso de los Kirchner, ellos flotan en un espacio indefinido por estos
parámetros.
Dados los trazos propuestos, un problema que obviamente
se plantea es el de los parecidos de familia de la DD con otros tipos de
régimen político. Uno es respecto de la democracia representativa, con la cual
he señalado características que la diferencia de la DD, aunque ambas pertenecen
al género de la democracia. En este sentido, hay distinciones importantes entre
la “delegación representativa” implicada por la última (tal como lo planteé en
mi texto originario sobre la DD, señalando que por supuesto la representación
entraña un componente de delegación para el ejercicio de la respectiva
autoridad) y la “delegación plena” implicada por la DD, en la que en principio
no quedan los componentes de accountability y de interrelación institucional
implicados por la representación democrática. Esto, aunque la democracia representativa
y la DD no son opuestos polares (aunque sólo fuere porque pertenecen al género
“democracia”) me parece que basta para diferenciarlas.
Este tema plantea el del parecido de familia
de la DD con el populismo. Para empezar, aunque algunos populismos han tenido,
aunque en muchos casos temporariamente, forma democrática, la gran mayoría ha
sido autoritaria, ya directamente por provenir de algún golpe de estado o por
basarse en elecciones que no fueron limpias ni competitivas. Además, conviene
recordar que en la concepción clásica, y mi modo ver correcta, de la sociología
latinoamericana el término se aplicó a situaciones en las que se produjeron
procesos de expansión económica y del papel del estado, junto con ingresos a la
arena política de sectores y clases sociales antes excluidos, bajo la dirección
de un estado que intentó controlar verticalmente esa incorporación. Por ello la
situación económica y el papel del estado en el período inmediato anterior a la
emergencia de las DD fueron muy diferentes de los arriba comentados, además de
que los procesos de incorporación política estaban básicamente cumplidos estos
países, aunque el resultado fue una ciudadanía socialmente fragmentada y
políticamente alienada.
III.FACTORES PRÓXIMOS QUE PARECEN PRODUCIR, O FACILITAR
LA EMERGENCIA DE LA DEMOCRACIA DD.
Las DD suelen surgir de graves crisis, pero no todas
estas crisis producen DDs. Pero, ¿qué tipo de crisis? Primero, son crisis a
nivel nacional. Segundo, pueden ser de tipo socioeconómico (la mayor parte de
los casos) o bien resultado de una prolongada y abarcante situación de guerra
interna entre facciones organizadas (Colombia-Uribe) y, a veces, de la
combinación de ambos factores (Perú-Fujimori). Tercero, en todos los casos son
también profundas crisis políticas, incluso del papel y capacidades del estado;
estas crisis ayudan la eclosión de las anteriores y a la vez son realimentadas
por ellas.
Esas crisis no resultan sólo de datos objetivos. También
dependen, al menos en cuanto a su profundidad y consecuencias, del grado en que
son consideradas como tales por buena parte de la opinión pública, hasta el
punto de convencerse de que se irá agravando inevitablemente si no se producen
cambios drásticos en la conducción de los asuntos nacionales. Finalmente, para
que la crisis desemboque en una DD también hace falta que aparezca un (o más)
líder que se ofrece como quien puede y sabe cómo resolverla, y en base a ello
gana elecciones o revalida la posición de gobierno que ya tiene. Ese líder
puede tener éxito electoral porque se presenta, y en su momento es creído por
una cantidad suficiente de votantes (mayoría o no) como un verdadero salvador:
él va a rescatar la nación de sus padeceres y reconducirla a su verdadero
destino. La gestión de estos líderes, y la propia autoconcepción de su papel,
quedan atadas a esta promesa de salvación.
Un tema más complicado es el de las razones históricas y
estructurales que facilitan o promueven la emergencia de DDs. (Nota: hago
rápidas referencias a este complejo tema porque será abordado por otros
coautores del futuro libro, más capacitados que yo para hacerlo) Respecto de
las primeras, hay una correlación que salta a la vista: todos los países que
tienen o han tenido DDs. han tenido importantes momentos y/o movimientos
populistas. La excepción es Colombia; tal vez la experiencia particularmente
prolongada de una guerra interna que afecta, directa o simbólicamente, la vida
cotidiana de casi todos, haya bastado para generar una demanda de salvación
semejante a la de los otros casos. Asimismo, no sería imposible que una
sensación de generalizada inseguridad personal ayude a alimentar la sensación
de crisis y, con ello, colabore con la emergencia de una DD. Por contraste, los
países que cuentan, y se enorgullecen de contar con una larga tradición de
democracia representativa (Costa Rica, Chile y Uruguay, a pesar de las brutales
interrupciones autoritarias en los dos últimos), parecen sólidamente vacunados
contra la DD.[3]
IV.ACERCA DE LA DINÁMICA Y TENDENCIAS DE CAMBIO DE LA DEMOCRACIA DELEGATIVA.
Estos líderes a veces fracasan de entrada (Collor en
Brasil, la primera presidencia de García en Perú y Velasco Ibarra varias veces
en Ecuador), pero otros logran superar la crisis, al menos en sus aspectos más
notorios y preocupantes para buena parte de la opinión pública. De allí ellos
comienzan una trayectoria que me parece tiene ciertos rasgos típicos, que en la
presente sección intento caracterizar.
Estos líderes emprenden una gran causa, la salvación de
la patria, y en la medida que superan (o alivian significativamente) la crisis
logran amplios apoyos. Son sus momentos de gloria: no sólo pueden y deben
decidir como les parece; ahora ese apoyo les demuestra, y debería demostrar a
todos, que ellos son quienes realmente saben qué hacer con el país. Respaldados
en sus éxitos, los líderes DD avanzan entonces en su propósito de suprimir,
doblegar o neutralizar las instituciones que pueden controlarlos.
Algunos de estos presidentes, como Kirchner y Menem en su
momento, tuvieron la gran ventaja de lograr mayoría en el congreso. Sus
seguidores en este ámbito repiten escrupulosamente el discurso delegativo: ya
que el presidente ha sido electo libremente, ellos tienen el deber de acompañar
a libro cerrado los proyectos que les envía “el gobierno”. Cometen entonces la
mayor abdicación posible de una legislatura: conferir (y renovar repetidamente)
carta blanca a las iniciativas del poder ejecutivo y, por si ello fuere poco,
también poderes extraordinarios al mismo. Cierto, esa abdicación conviene al
oportunismo de no pocos de estos legisladores: pueden invocar su obediencia
para eximirse de implicaciones de la legislación que “tienen” que aprobar o
delegar, así como en el futuro, si así les conviene, abjurar de la misma
invocando su escasa cuota de responsabilidad en la misma -–en la Argentina, el
pasaje de cerrado apoyo a políticas de Menem al no menos cerrado apoyo a
políticas de las presidencias Kirchner, algunas de ellas diametralmente
opuestas, incluso por quienes ocuparon posiciones de liderazgo parlamentario
durante ambos períodos, es ejemplo de esto.
Los presidentes DD han nacido de la crisis y en un
sentido siguen viviendo de ella. Incluso cuando la sensación de la crisis ha
disminuido, intentan constantemente reavivarla, con la severa advertencia de
que si se abandona el camino que proponen, ella resurgirá, seguramente
agudizada. El lenguaje de la crisis –la pasada y la que se dice vendrá si se
abandona el camino emprendido-- es una constante de estos discursos, sobre la
que se basa la proclama necesidad de contar con poderes extraordinarios, así
como la hostilidad a los “estorbos” que plantean las instituciones de control y
de accountability.
La invocación de la crisis y del consiguiente papel
salvacionista del líder DD se articula con otros elementos fundamentales del
marco de significación de su discurso. Si venimos de tamaña crisis es porque ha
habido actores políticos y sectores sociales --que tienen grandes poderes y de
alguna manera han participado de gobiernos anteriores-- que son responsables por
ella. Este argumento tiende a dividir, dicotomizando, el campo político: hay
quienes están “a favor del país” y quienes, por su pasado y las posiciones que
mantienen, estaban y, salvo clara prueba en contrario, siguen estando en contra
del país, de sus verdaderos intereses. De allí a definir Schmittianamente la
política como guerra entre amigos y enemigos hay un paso.
La aducida vocación salvacionista no puede sino decir que
convoca el apoyo de lo mejor, más auténtico de la nación. Esto hace del
movimiento el vehículo adecuado para el líder, ya que no hay “parte”, sea
política o no, que pueda hacer eso. Esto expresa y refuerza la visión
dicotómica arriba mencionada y, junto con ello, el papel del líder como
encarnación, o al menos el mejor intérprete posible, de los magnos intereses
nacionales en juego. Esta dicotomización condenatoria ya está presente en el
origen del marco de significación del discurso DD, pero no llega a ser
agresivamente manifiesta hasta que estos gobiernos entran en crisis—tema del
que me ocupo en la sección siguiente.
Este discurso y sus consecuencias prácticas ponen en
juego, además de la horizontal, otro tipo de accountability, la social,
útilmente analizada por E. Peruzzotti y C Smulovitz. En realidad, en estos
casos no se trata tanto de la accountablity “desde abajo” analizada por estos
autores, como de los “controles verticales” que ha destacado Gabriela
Ippolito-O’Donnell en un trabajo reciente. El líder busca movilizar apoyos
desde la sociedad; ellos, por la tendencia anti institucional de las DD, suelen
expresarse de maneras informales, sin perjuicio del esfuerzo de los líderes DD
por encuadrarlos –de aquí surgen movimientos de diverso tipo –incluso,
peligrosamente, amenazantes brigadas— que, mientras dura cierta bonanza
económica, proclaman incondicionales lealtades. Otro aspecto muy importante en
el que se pone en juego la accountabiliy social es con los medios de
comunicación; mientras dura esa bonanza los líderes DD esperan -–y exigen de
diversas maneras— que los medios participen de las consiguientes aclamaciones.
Más tarde, cuando estos gobiernos entran en crisis, no pocos de esos medios
aparecen como la principal correa de transmisión de diversos descontentos; se
los percibe como un grave atentado a la continuidad de la gran tarea de
salvación que aquéllos han emprendido. De allí diversos pero insistentes
esfuerzos por controlar o hasta eliminar esos medios, incluso a alto costo de
opinión doméstica e internacional. Esta, no casualmente, es otra constante de
las DD.
La DD también implica una manera de gobernar, no
exclusiva pero típica de ella. El líder es un personaje básicamente solitario;
esto tal vez corresponda a características psicológicas de estas personas, pero
creo que también se puede afirmar es que es derivación directa de su concepción
del poder que ejercen. El salvador de la patria que sabe mejor que nadie qué es
lo que se debe hacer difícilmente pueda tener aliados; tiene simples
colaboradores en su círculo directo y, con otros, coincidencias ocasionales que
pueden ayudarlo a conseguir ciertos objetivos. Respecto de los primeros, ellos
deben ser obedientes seguidores que no pueden adquirir peso político propio,
anatema para el poder supremo del líder. Tampoco tienen en realidad ministros,
ya que ello implicaría un grado de autonomía e interrelación entre ellos
inaceptable para estos líderes. Chávez, Correa, García y los Kirchner (y en sus
tiempos Fujimori) tienen impresionantes records de despedir abruptamente
colaboradores directos y ministros, y arrojarlos al infierno de los
“traidores”.
Asimismo, el líder suele necesitar el apoyo electoral y/o
legislativo de otros partidos políticos. Pero ellos tampoco pueden ser
verdaderos aliados; su a veces ostensible oportunismo los hace poco confiables
y el propio hecho de que sean otros partidos muestra al líder que tampoco lo
son para acompañarlo plenamente en su tarea de salvación nacional. Además, si
fueran realmente tales aliados, el líder tendría que negociar con ellos
importantes decisiones, lo cual implicaría renunciar a la esencia de su
concepción delegativa. Esto no quita que haya negociaciones en el congreso,
pero ellas suelen ocurrir, directa o indirectamente, con los gobernadores, con
quienes el presidente mal que le pese comparte su poder, sobre todo en países
como Argentina, donde ya antes de la DD se había producido una marcada
territorialización de la política. En estos casos los presidentes DD tienen que
lidiar con nunca confiables señores territoriales. Ellos deben proveer votos en
el congreso y en las elecciones, así como un control de sus territorios que,
sin importarle demasiado al líder cómo, no genere crisis nacionales. Por
supuesto los gobernadores (no pocos de ellos también delegativos, si no
abiertamente autoritarios) pasan por esto facturas cuyo monto depende del
cambiante poder del presidente; así se pone en recurrente y nunca finalmente
resuelta cuestión la distribución de recursos entre el estado nacional y las
provincias.
En cuanto al poder judicial (en el caso argentino, a
contrapelo de buenas decisiones iniciales en la designación de miembros de la
Suprema Corte y reducción de su número), se van apretando controles sobre temas
tales como el presupuesto de esa institución y, crucialmente, las designaciones
y promociones de jueces. Asimismo, con relación a las instituciones de
accountability ya comenté que los líderes apuntan a capturarlas con leales
seguidores, al tiempo que cercenan sus atribuciones y presupuestos. Todo esto
ocurre con entera lógica: para esta concepción del poder político no es aceptable
que existan interferencias a la libre voluntad del líder —claro que con ello se
eliminan importantes características de la democracia representativa.
Las consideraciones precedentes nos han llevado del
período inicial de bonanza y amplio apoyo con que cuentan inicialmente algunas
DD, hacia el de su crisis y sus posibles consecuencias. Trato este tema en la
sección siguiente.
V.CRISIS DE LAS DD Y LA PROPENSIÓN (Y RIESGO) DE DESLIZAMIENTOS.
Por momentos el líder delegativo parece todopoderoso,
pero pronto choca con poderes económico y sociales con los que, ya que ha
renunciado en casi todos los planos a tratamientos institucionalizados, se
maneja con relaciones informales. Ellas se suman a la colonización de las
agencias de accountability para producir una aguda falta de transparencia,
recurrente discrecionalidad y abundantes sospechas de corrupción. Los líderes
delegativos inicialmente exitosos generan importantes cambios, algunos de ellos
de signo e impactos positivos. Pero por eso mismo van apareciendo nuevas
demandas y expectativas, junto con el resurgimiento de antiguos problemas y la
aparición de nuevos que al menos en parte suelen ser producto de los éxitos
iniciales.
Al comienzo de su gestión los líderes DD suelen tener
éxito disipando la crisis previa con medidas de emergencia, tal vez
necesariamente abruptas e inconsultas en esas circunstancias; aunque, como han
señalado autorizados economistas, esas medidas implicaban serias inconsistencia
intertemporales que, tosudamente mantenidas, contribuyen grandemente a la
futura crisis. Además, una vez que los peores aspectos de la crisis han pasado,
aparecen viejos y nuevos problemas, casi siempre de resolución mucho más
compleja que los anteriores. Esto requiere políticas estatales no menos
complejas, no sólo para decidir esas políticas sino también para su exitosa
implementación; para ello es importante contar con instancias de consulta e
intermediación con diversas (y cambiantes según el tema en juego) instituciones
políticas e intereses. Pero este camino se obstruye, en parte porque el
presidente DD se ha encargado de corroer o desconocer esas instituciones, y en
parte también por un conocido problema psicológico, ser víctima del propio
éxito. El líder no logra distinguir caminos alternativos y se aferra a seguir
haciendo lo mismo y de la misma manera que no hace mucho le funcionó
razonablemente bien, reforzado por cortesanos que no atinan a detectar y menos
proponer aquéllos caminos --estos presidentes mantienen tercamente su estilo de
toma de decisiones. Este estilo abrupto e inconsulto frente a complejos
problemas es casi garantía de comisión de gruesos errores. Junto con crecientes
síntomas de crisis, esto suele producir una generalizada sensación de
arbitrariedad e imprevisibilidad que la realimenta.
De esta manera, en su negativa a convocar auténticos
aliados e interlocutores, el líder DD se va encerrando en un cada vez más
estrecho grupo de colaboradores. A su vez, quienes en el estado y desde el
llano apoyan desinteresadamente al líder dan señales de desconcierto y
preocupación —comienzan a resentir que sólo se los convoque para aclamar sus
decisiones. Es típico de estos casos que a períodos iniciales de alta
popularidad suceden abruptas caídas de la misma y, con ello, una cascada de
“deserciones” de quienes hasta hacía poco proclamaban lealtad al líder.
Entonces los señores territoriales empiezan a tomar distancia del líder; por su
parte, los partidos que creyeron ser aliados y descubren que sólo podían ser
subordinados instrumentos, comienzan a recorrer un complicado camino de Damasco
hacia otras latitudes políticas.
La crisis de la DD aparece entonces, en sí misma y en su
generalizada percepción como tal, junto con tensiones de todo tipo. Para el
análisis de este tema no se trata sólo de cualidades y defectos personales de
los líderes DD; pero parte del problema es que ellos suelen estar persuadidos
de sus atribuciones y misión. Además, cuando aparece la crisis de estos
gobiernos, el país tropieza con debilidades institucionales que, como ya he comentado,
el líder se ha ocupado en acentuar. Es entonces que el líder reprocha la
“ingratitud” de quienes, luego de haberlo aplaudido durante el ápice de sus
éxitos, ahora resienten la reemergencia de graves problemas y las maneras
abruptas e inconsultas con que intenta encararlos (si no negarlos como
malicioso invento de condenables intereses expresados en los nunca tan molestos
medios de comunicación). A esta altura de los acontecimientos, otros líderes
delegativos se encontraron huérfanos de todo apoyo organizado. En cambio, en
Argentina el matrimonio presidencial tiene la ventaja de contar con parte del
partido justicialista; pero, mostrando la raigambre de sus visiones, a éste lo
manejan con la misma discrecionalidad que al gobierno.
Insisto que es típico que los líderes delegativos pasen
bastante rápidamente de una alta popularidad a una generalizada impopularidad.
La repetición de estos episodios no parece casual; obedece al despliegue de una
manera de concebir y ejercer el poder que se niega a aceptar los mecanismos
institucionales, los controles, los debates pluralistas y las alianzas
políticas y sociales que son el corazón de una democracia representativa. Por
el contrario, a medida que avanza la crisis, el líder apela al apoyo de los
“leales” y arroja al campo del mal no ya sólo a los herejes de la causa
nacional sino también a los “tibios”. El líder ya no vacila en proclamar que el
principal contenido de toda la oposición es ser la anti-patria de las que nos
quiere salvar. La imagen asustadora del retorno a la crisis de la que nació su
gobierno --el caos-- aparece con más nitidez que nunca en su discurso. En
cuanto a la oposición, al ritmo de una polarización que el líder inicialmente
propulsó en su aparente beneficio e impulsa aún más vigorosamente cuando
aparece la crisis, tiende a aglomerar, entre otros, a sectores sociales y
actores políticos que aquél justificadamente criticó. Para la oposición de allí
resultan incómodas compañías, intentos de diferenciación y apuestas en pro y en
contra de la polarización que impulsa el líder delegativo.
A esta altura la tarea de salvación nacional se
convierte, para estos líderes, en una verdadera gesta. Para ellos está en juego
nada menos que el destino del país, amenazado por los poderes -–nacionales y
externos-- que afirman crearon la crisis precedente y en caso de prevalecer
harán retornar el país a algo parecido, o probablemente peor. A esta altura
cabe preguntarse hasta qué grado este discurso de la gesta responde a
convicción íntima del líder DD y su seguidores cercanos y/o es un recurso para
aumentar apoyos y con ello acentuar la polarización ya iniciada; sospecho que
hay ambos componentes. Entonces también surge un gran riesgo: en respuesta a la
irritación que produce al líder la para él/ella injustificable aparición de
esas oposiciones, le tienta amputar o acotar seriamente las libertades cuya
vigencia mantienen la situación en la categoría de democrática--y, en el
límite, ya en pleno territorio del autoritarismo, la supresión o completo
control del poder legislativo y el judicial. Por cierto, la idea de gesta
salvacionista invita a esas transgresiones, ya que su importancia hace
palidecer los “detalles” y “formalidades” implicados por aquéllas libertades e
instituciones. Que este riesgo no es baladí se muestra en el desemboque
autoritario de Fujimori en Perú y de Putin en Rusia, y en el similar desemboque
hacia el que hoy Chávez lleva a Venezuela. En este punto no parece haber
límites propios a la a DD, sino los que pueden oponer la sociedad y algunos partidos.
Ello a su vez depende del grado de organización, articulación, politización y
convicciones democráticas de esos elementos. Felizmente la Argentina de hoy, en
contraste con la de épocas pasadas y en buena medida como resultado de las
lecciones duramente aprendidas entonces, tiene condiciones propicias para
evitar un desenlace plenamente autoritario; pero no es ocioso recordar que la
democracia también puede morir lentamente, no ya por abruptos golpes militares
sino mediante una sucesión de medidas poco espectaculares pero acumulativamente
letales.
Esto se relaciona con otro tema, que también deriva
rigurosamente de la lógica delegativa. En ella las elecciones no son el
episodio normal de una democracia representativa, en las que se juegan cambios
de rumbo pero no la suerte de gestas de salvación nacional, y en las que
siempre queda la posibilidad de volver al gobierno mediante futuras elecciones.
En cambio, para el líder delegativo hasta las elecciones parlamentarias
adquieren gran dramatismo: de su resultado cree que depende impedir el
surgimiento de poderes que abortarían esa gesta y devolverían el país a la
crisis precedente y, con ella, a su subyugación a los peores intereses. Hay que
jugar todo contra esta posibilidad porque, para esta concepción, todo está
realmente en juego. Es importante entender que estos argumentos no son sólo
recursos electorales, desgraciadamente todo indica que expresan auténticos
sentimientos.
En el transcurso de su crisis, cuando acentúa su discurso
polarizante y amedrentador, esta manera de ejercer el poder recibe apoyos cada
vez más escasos y endebles, al tiempo que acumula enojos de los poderes e
instituciones, políticos y sociales, que ha ido agrediendo, despreciando y/o
intentando someter. El período de crisis de las democracias delegativas es de
creciente aceleración y dramatismo de los tiempos de la política; no deja de
ser paradójico, aunque entendible dentro de esta concepción, que sea el líder
delegativo quien más contribuye a esa aceleración—como todo le parece en juego,
casi todo pasa a ser permitido.
A esta altura, aumenta la hostilidad hacia las
instituciones de accountability que han logrado conservar algún grado de
autonomía, así como las consiguientes presiones para que se alineen con las
posiciones oficiales, o al menos no las entorpezcan. Por la misma razón,
recrudece la hostilidad contra los medios de comunicación, mensajeros de malas
noticias y “mentiras malintencionadas”, que deben ser acallados, o por lo
menos, descalificados frente a la opinión pública; esto afecta uno de los
derechos fundamentales de la democracia, el acceso libre a información libre
tanto durante como entre elecciones.
Las DD en crisis no quieren verse en los espejos que se
le proyectan desde diversos ámbitos de la sociedad; cuánto éxito tienen en
romperlos es la gran cuestión que se abre en estas coyunturas.
[1][1] Novos Estudos CEBRAP (1991) 31: 25‑40. Las primeras ediciones en castellano e inglés fueron, respectivamente, Cuadernos del CLAEH (1992) 17(61): 9-19 y Journal of Democracy (1994) 5(1): 55-69.
[2] Para no extenderme aquí, para este concepto sugiero ver los capítulos I, II y III de mi Disonancias. Críticas Democráticas a la Democracia (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2007).
[3] Aunque solo se refiere indirectamente al tema de la DD, creo significativo que son estos tres países, precisamente, los que no han caído en la trampa de autorizar reelecciones presidenciales consecutivas, claro vehículo de DDs y autoritarismos.
viernes, 2 de marzo de 2012
Ferrocarriles. Una opinión
Entrevista a Juan Carlos Cena
Nacionalizar el ferrocarril es un acto de soberanía
Fecha: 29/02/2012
Conversamos con Juan Carlos Cena, ferroviario e historiador de los ferrocarriles, fundador del Movimiento Nacional para la Recuperación de los Ferrocarriles Argentinos y del Instituto Nacional de Estudios Ferroviarios.
—¿Cuál es su primera impresión sobre lo ocurrido en la estación de Once?
–Lo primero que debo decir es que esto que ocurrió en Once es más que una desgracia anunciada. Por lo tanto, puedo inferir que si una tragedia es anunciada y no se toman medidas precautorias, ésta se convierte en un crimen. Lo que sucedió es la pintura más desgraciada del colapso de los ferrocarriles. Venimos haciendo denuncias desde 2005 de las anomalías y la falta de control en las concesiones, ya sea a la CNRT, al ombudsman, a todo el mundo sobre lo que estaba pasando con el ferrocarril. La realidad nos demostraba que este ferrocarril colapsaba, cada día era peor, que los concesionarios se habían cartelizado primero y que luego habían formado un trust con el propio Estado a través de Ugofe (Unidad de Gestión Operativa de Ferrocarriles), asociación entre el Estado y los concesionarios. Era una manera de raptar al Estado asociándolo, para apropiarse de todos los servicios ferroviarios concesionados.
Digo concesionados porque no son privatizados. Los ferrocarriles privados fueron en tiempos de los ingleses porque eran dueños de la infraestructura. Estas son concesiones que le dio el Estado a un privado, es decir, les alquiló la infraestructura ferroviaria. Por ese alquiler deberían pagar un canon, pero al contrario, no lo pagan, el Estado les da un subsidio: es como un alquiler al revés. Ese es el gran negocio. Todo amparado en la legislación de los tiempos menemistas, nunca modificada.
Reiteramos con insistencia: nunca hubo control por parte del Estado de ningún tipo. Los empresarios empezaron a acumular dinero, en este caso Cirigliano agrandó su patrimonio. Cirigilano viene de la industria del transporte automotor, con Cometrans que fue su primera empresa, después con Plaza que se transformó en el Grupo Plaza. Tiene además varios emprendimientos ferroviarios –en el último tiempo con Jaime–, le dieron Ferrocentral, el tren que va a Tucumán y a Córdoba, el que va a Uruguay (ahora los uruguayos no lo dejan entrar más), y le otorgaron un montón de emprendimientos más. En su empresa Emfer (Emprendimientos Ferroviarios) es donde hacen la reparación de los coches quemados y construyen los coches doble piso, donde el Estado tiene que pagar esos coches a precios siderales. ¿Por qué paga el Estado? Porque la infraestructura es del Estado, la repara Cirigliano. O sea, todas las reparaciones las hacen empresas que están al costado y que son de su propiedad, que multiplican el precio de reparación y la calidad no es la óptima. Repito, lo paga el Estado sin inmutarse.
Todo este estado calamitoso venía por la depredación permanente al ferrocarril: la falta de mantenimiento preventivo en su material rodante, remolcado, vías, cambios, señales entre otros. Lo dijimos permanentemente. Al final, vino lo alertado: el Cromañón ferroviario. Uno los va denunciando, una y otra vez, y lo que vino son víctimas e incendios… Esto que ocurrió en Once no es una tragedia, es un asesinato y hay culpables.
El principal culpable es el Estado administrado por este gobierno y los anteriores, que no controlaron debidamente estas empresas a través de la CNRT y su órgano de aplicación que es la Gerencia de Concesionarias Ferroviarias. Estos organismos de control no hicieron absolutamente nada, solo simulación, es decir, hicieron lo que se les dio la gana. Estos concesionarios no sólo lo destrozaron al ferrocarril sino que lo vaciaron.
Hoy es la muestra desgraciada. Historia repetida, pero más grande, que terminó el otro día con un miércoles de cenizas. El gobierno no ha hecho absolutamente nada, las declaraciones que ha realizado son banales. Ni siquiera vale la pena criticarlo al secretario de Transporte, ni las justificaciones de De Vido, para arriba solo silencio.
—¿Cuáles son las medidas que deberían tomarse para un óptimo funcionamiento de los ferrocarriles?
–Nosotros creemos que al ferrocarril hay que recuperarlo, que tiene que volver a ser estatal como en todas las partes del mundo. El ferrocarril es un bien nacional y por ser un bien nacional, su recuperación es una cuestión nacional como lo es el petróleo, la minería, etc. El gobierno tiene que recuperar de nuevo la empresa ferroviaria. Es una decisión política que vuelva al Estado.
En la recuperación tienen que participar los trabajadores, no como controladores, sino seríamos como réferis, como reconstructores co- gestionando integralmente la recuperación.
Acá hay que intervenir a todas las empresas, hacer una auditoria técnica contable y operativa, para ver qué nos dejaron, tener el inventario de adjudicación en la mano. Ver qué les dimos y qué nos dejaron y cómo aplicaron los subsidios. A partir de ahí, ver el estado de situación en que quedaron los ferrocarriles y volverlos a reconstruir.
—Usted afirma que nacionalizar el ferrocarril es un acto de soberanía…
–El ferrocarril en todas las partes del mundo es administrado por el Estado. La presencia del ferrocarril en toda la geografía afirma la soberanía territorial. Es la soberanía que ejerce el transporte sobre el territorio, es muy importante.
Reconstruir los ferrocarriles es reconstruir a la nación. No hay reconstrucción nacional posible sin la fuerte presencia del ferrocarril, para que integre de nuevo el país, que beneficie a las economías regionales, que restablezca la conexión perdida entre pueblos y regiones, y para que en todos los pueblos abandonados retorne la vida.
Porque para hacer posible la recuperación de los ferrocarriles para la nación, lo nacional debe unirse a lo popular y lo democrático. Y lo popular y democrático no puede realizarse sin la independencia nacional.
Por otro lado el transporte ferroviario influía cuando era estatal, en un 11% del PBI. Es el transporte más barato, más seguro, el que consume menos combustible, provoca menos accidentes, genera menos polución. Cada tren de carga significa 50, 60 camiones, lo que es un abaratamiento enorme. La ecuación fundamental que se debe tener en cuenta es que la mercancía no cobra valor si no interviene el transporte, si no es mercancía estacionada, que tiene un valor sólo de producción. Sólo el transporte la acarrea a la cadena comercial y ese plus del acarreo debe ser barato y seguro. Por ese plus el Estado debe velar. El transporte más barato es la flota fluvial y la ferroviaria.
Acá en la Argentina todo está distorsionado. En los países capitalistas centrales han preferido el modo ferroviario y no el del camión.
Además acá hace falta una legislación. Una ley nacional de transporte como la tienen todos los países. Que regule y ordene el transporte nacional. El ferrocarril no tiene que ser competitivo con el transporte automotor sino que ambos tienen que ser complementarios. El sistema nacional de transporte es como el sistema de irrigación sanguínea: todos los vasos, venas, arterias se comunican, todos son complementarios, cualquiera de ellos que se cercene provoca un trastorno en el metabolismo.
Acá se cercenó al ferrocarril y trajo como consecuencia de esa alteración que hemos pasado de la accidentología a la siniestralidad con casi 22 muertes diarias; 1.200 pueblos fantasmas, sólo en la provincia de Buenos Aires hay 236.
Decimos que el ferrocarril es parte de la soberanía nacional. Veamos, es inimaginable que en Europa o los países centrales, por ejemplo, entre a Francia un tren español o de otro país y viceversa. Acá han entrado América Latina Logística (brasileros que tienen concesionados los ferrocarriles Urquiza, San Martín), Camargo Correa otra multinacional brasilera, concesiona el F.C. Roca, que abarca toda la Pampa húmeda bonaerense. ¿Qué podemos comentar? Que sobre nuestras infraestructuras recorren y recogen nuestros productos por nuestra geografía sin control.
Los brasileños, además, están transportando su mercancía y la están sacando al Pacífico por nuestra infraestructura, son dueños absolutos porque el sistema concesionarista así se los otorga de acuerdo a la Ley Dromi y sus decretos. A ningún país, salvo acá, se le ocurre entregar a una empresa trasnacional que te atraviese el territorio por arriba.
—¿Cómo afectó la privatización del ferrocarril?
–En el interior del país han dejado de circular los trenes de pasajeros, se ha favorecido el transporte automotor. El 89% de los pasajeros transita por las rutas, el 90% de las cargas son en camiones, y ha crecido enormemente la cantidad de accidentes por la cantidad de rutas. Ya dije que tenemos más o menos 22 muertes diarias, y 2 muertes y media en el ferrocarril. Hay que contabilizar que han cerrado 37 talleres, se cerró la industria ferroviaria, se cerraron plantas de llantas y ejes en Córdoba, en La Plata la planta de reparación de rieles donde se rectificaban y renovaban los rieles, cambios y agujas. Se cerró el Tren Laminador de Rieles en Somisa. Es decir, se ha destrozado una empresa nacional donde trabajaban 220.000 personas en tiempos de auge en 1950, éramos ejemplo del mundo, con 47 mil kilómetros. Actualmente el tren circula por 9 mil kilómetros en las zonas suburbanas. El presupuesto de esas zonas suburbanas es tres veces mayor que el que tenía el ferrocarril cuando andaba por todo el territorio nacional. Le están dando a las concesionarias subsidios de casi 10 millones de pesos diarios: tres veces más de lo que decía Alsogaray, que era 1 millón de dólares diarios.
Entonces, esto más que una distorsión es una estafa absoluta al pueblo argentino, es una burla decir desde los atriles que vamos a recuperar el ferrocarril y vemos que cada vez le dan más subsidios a estos empresarios que han raptado al Estado y lo tienen amarrado.
En el camino de las concesiones, fueron expulsados 85 mil compañeros, se transformaron en desparecidos sociales. De ellos 6 mil eran personal técnico altamente capacitado. Muchos eran reconocidos en el mundo por su idoneidad, como el ingeniero Repetto, Porta, Wilke, Fernández. Se perdió el conocimiento acumulado de los ferroviarios, las escuelas de capacitación se cerraron.
El ferrocarril fue el que primero lleva el teléfono al territorio nacional por una necesidad técnica, después se acopla el vagón postal, el correo, y las estafetas en las estaciones, integró las economías regionales y sus industrias. El ferrocarril fue un servicio público que benefició al pueblo con sus trenes sanitarios, aguateros, las campañas (ejemplo, contra la langosta, contra las pestes, contra el mal de Chagas). Teníamos 83 hospitales que fueron cerrados, atendían a la población rural porque la capacidad instalada de esos centros sanitarios sobraba, y los habitantes del lugar se asociaban a la cooperativa del Policlínico y te atendían como si fueses ferroviario. La Sociedad de Socorros Mutuos del Ferrocarril Belgrano era inmensa, abarcaba a todo el país, y Mosconi la copió y la llevó al Ejército, porque era ideal desde el punto de vista de la salud.
Yo creo que el desastre con respecto al ferrocarril es muy grave. Nosotros planteamos que hay que recuperar el ferrocarril. Para recuperarlo, este gobierno tiene que diseñar una política de transporte que le convenga a la nación, no a los intereses privados. Pasarlo a manos del Estado. Los funcionarios que administren el ferrocarril que sean personas idóneas que tengan conocimiento, honestos. Estos deberán ser nombrados por el parlamento, y luego controlados. Hay que terminar con que el ferrocarril es una agencia de colocaciones para los punteros políticos.
El ferrocarril ha sido desintegrado. No cumple más una función social. La desconexión territorial es brutal. El ferrocarril aquel ya no transporta todo, el actual concesionado transporta lo que les conviene.
El Sistema Integrado de Transporte Ferroviario, Industrias y Comunicaciones es el único sistema generador de fuentes de trabajo, del restablecimiento de las conexiones entre poblaciones y el único que les puede dar vida nuevamente a las regiones carentes de aguas, pastura y centro de salud, como lo hizo antes, cuando era deficitario. Todo el mundo habla del Producto Bruto Interno, alguien se preguntó ¿cuál es el Déficit Bruto Interno?
Repito: no apreciamos en ninguna ponencia, proyecto, plan o cosa parecida ni en la campaña electoral, una campaña de la nada, que tomara en cuenta que el ferrocarril es una herramienta estratégica de cualquier gobierno que incide en el desarrollo social, económico y geopolítico de la Nación, y que ese rol trascendente desaparecerá en manos privadas con su lógico fin de lucro.
Y reitero, el ferrocarril no es una agencia de colocaciones. Para que vuelva a ser un ferrocarril como el que fue, mejor y superador en el tiempo tiene que estar en manos del personal técnico especializado que aún está y que jubilados y todo, se les pega un pitazo y vienen a reconstruirlo.
Porque en los países coloniales, dominados o dependientes, la cuestión nacional es el primer eslabón de la lucha transformadora para construir un país libre, digno y soberano, que merezca ser vivido.
Nacionalizar el ferrocarril es un acto de soberanía
Fecha: 29/02/2012
Conversamos con Juan Carlos Cena, ferroviario e historiador de los ferrocarriles, fundador del Movimiento Nacional para la Recuperación de los Ferrocarriles Argentinos y del Instituto Nacional de Estudios Ferroviarios.
—¿Cuál es su primera impresión sobre lo ocurrido en la estación de Once?
–Lo primero que debo decir es que esto que ocurrió en Once es más que una desgracia anunciada. Por lo tanto, puedo inferir que si una tragedia es anunciada y no se toman medidas precautorias, ésta se convierte en un crimen. Lo que sucedió es la pintura más desgraciada del colapso de los ferrocarriles. Venimos haciendo denuncias desde 2005 de las anomalías y la falta de control en las concesiones, ya sea a la CNRT, al ombudsman, a todo el mundo sobre lo que estaba pasando con el ferrocarril. La realidad nos demostraba que este ferrocarril colapsaba, cada día era peor, que los concesionarios se habían cartelizado primero y que luego habían formado un trust con el propio Estado a través de Ugofe (Unidad de Gestión Operativa de Ferrocarriles), asociación entre el Estado y los concesionarios. Era una manera de raptar al Estado asociándolo, para apropiarse de todos los servicios ferroviarios concesionados.
Digo concesionados porque no son privatizados. Los ferrocarriles privados fueron en tiempos de los ingleses porque eran dueños de la infraestructura. Estas son concesiones que le dio el Estado a un privado, es decir, les alquiló la infraestructura ferroviaria. Por ese alquiler deberían pagar un canon, pero al contrario, no lo pagan, el Estado les da un subsidio: es como un alquiler al revés. Ese es el gran negocio. Todo amparado en la legislación de los tiempos menemistas, nunca modificada.
Reiteramos con insistencia: nunca hubo control por parte del Estado de ningún tipo. Los empresarios empezaron a acumular dinero, en este caso Cirigliano agrandó su patrimonio. Cirigilano viene de la industria del transporte automotor, con Cometrans que fue su primera empresa, después con Plaza que se transformó en el Grupo Plaza. Tiene además varios emprendimientos ferroviarios –en el último tiempo con Jaime–, le dieron Ferrocentral, el tren que va a Tucumán y a Córdoba, el que va a Uruguay (ahora los uruguayos no lo dejan entrar más), y le otorgaron un montón de emprendimientos más. En su empresa Emfer (Emprendimientos Ferroviarios) es donde hacen la reparación de los coches quemados y construyen los coches doble piso, donde el Estado tiene que pagar esos coches a precios siderales. ¿Por qué paga el Estado? Porque la infraestructura es del Estado, la repara Cirigliano. O sea, todas las reparaciones las hacen empresas que están al costado y que son de su propiedad, que multiplican el precio de reparación y la calidad no es la óptima. Repito, lo paga el Estado sin inmutarse.
Todo este estado calamitoso venía por la depredación permanente al ferrocarril: la falta de mantenimiento preventivo en su material rodante, remolcado, vías, cambios, señales entre otros. Lo dijimos permanentemente. Al final, vino lo alertado: el Cromañón ferroviario. Uno los va denunciando, una y otra vez, y lo que vino son víctimas e incendios… Esto que ocurrió en Once no es una tragedia, es un asesinato y hay culpables.
El principal culpable es el Estado administrado por este gobierno y los anteriores, que no controlaron debidamente estas empresas a través de la CNRT y su órgano de aplicación que es la Gerencia de Concesionarias Ferroviarias. Estos organismos de control no hicieron absolutamente nada, solo simulación, es decir, hicieron lo que se les dio la gana. Estos concesionarios no sólo lo destrozaron al ferrocarril sino que lo vaciaron.
Hoy es la muestra desgraciada. Historia repetida, pero más grande, que terminó el otro día con un miércoles de cenizas. El gobierno no ha hecho absolutamente nada, las declaraciones que ha realizado son banales. Ni siquiera vale la pena criticarlo al secretario de Transporte, ni las justificaciones de De Vido, para arriba solo silencio.
—¿Cuáles son las medidas que deberían tomarse para un óptimo funcionamiento de los ferrocarriles?
–Nosotros creemos que al ferrocarril hay que recuperarlo, que tiene que volver a ser estatal como en todas las partes del mundo. El ferrocarril es un bien nacional y por ser un bien nacional, su recuperación es una cuestión nacional como lo es el petróleo, la minería, etc. El gobierno tiene que recuperar de nuevo la empresa ferroviaria. Es una decisión política que vuelva al Estado.
En la recuperación tienen que participar los trabajadores, no como controladores, sino seríamos como réferis, como reconstructores co- gestionando integralmente la recuperación.
Acá hay que intervenir a todas las empresas, hacer una auditoria técnica contable y operativa, para ver qué nos dejaron, tener el inventario de adjudicación en la mano. Ver qué les dimos y qué nos dejaron y cómo aplicaron los subsidios. A partir de ahí, ver el estado de situación en que quedaron los ferrocarriles y volverlos a reconstruir.
—Usted afirma que nacionalizar el ferrocarril es un acto de soberanía…
–El ferrocarril en todas las partes del mundo es administrado por el Estado. La presencia del ferrocarril en toda la geografía afirma la soberanía territorial. Es la soberanía que ejerce el transporte sobre el territorio, es muy importante.
Reconstruir los ferrocarriles es reconstruir a la nación. No hay reconstrucción nacional posible sin la fuerte presencia del ferrocarril, para que integre de nuevo el país, que beneficie a las economías regionales, que restablezca la conexión perdida entre pueblos y regiones, y para que en todos los pueblos abandonados retorne la vida.
Porque para hacer posible la recuperación de los ferrocarriles para la nación, lo nacional debe unirse a lo popular y lo democrático. Y lo popular y democrático no puede realizarse sin la independencia nacional.
Por otro lado el transporte ferroviario influía cuando era estatal, en un 11% del PBI. Es el transporte más barato, más seguro, el que consume menos combustible, provoca menos accidentes, genera menos polución. Cada tren de carga significa 50, 60 camiones, lo que es un abaratamiento enorme. La ecuación fundamental que se debe tener en cuenta es que la mercancía no cobra valor si no interviene el transporte, si no es mercancía estacionada, que tiene un valor sólo de producción. Sólo el transporte la acarrea a la cadena comercial y ese plus del acarreo debe ser barato y seguro. Por ese plus el Estado debe velar. El transporte más barato es la flota fluvial y la ferroviaria.
Acá en la Argentina todo está distorsionado. En los países capitalistas centrales han preferido el modo ferroviario y no el del camión.
Además acá hace falta una legislación. Una ley nacional de transporte como la tienen todos los países. Que regule y ordene el transporte nacional. El ferrocarril no tiene que ser competitivo con el transporte automotor sino que ambos tienen que ser complementarios. El sistema nacional de transporte es como el sistema de irrigación sanguínea: todos los vasos, venas, arterias se comunican, todos son complementarios, cualquiera de ellos que se cercene provoca un trastorno en el metabolismo.
Acá se cercenó al ferrocarril y trajo como consecuencia de esa alteración que hemos pasado de la accidentología a la siniestralidad con casi 22 muertes diarias; 1.200 pueblos fantasmas, sólo en la provincia de Buenos Aires hay 236.
Decimos que el ferrocarril es parte de la soberanía nacional. Veamos, es inimaginable que en Europa o los países centrales, por ejemplo, entre a Francia un tren español o de otro país y viceversa. Acá han entrado América Latina Logística (brasileros que tienen concesionados los ferrocarriles Urquiza, San Martín), Camargo Correa otra multinacional brasilera, concesiona el F.C. Roca, que abarca toda la Pampa húmeda bonaerense. ¿Qué podemos comentar? Que sobre nuestras infraestructuras recorren y recogen nuestros productos por nuestra geografía sin control.
Los brasileños, además, están transportando su mercancía y la están sacando al Pacífico por nuestra infraestructura, son dueños absolutos porque el sistema concesionarista así se los otorga de acuerdo a la Ley Dromi y sus decretos. A ningún país, salvo acá, se le ocurre entregar a una empresa trasnacional que te atraviese el territorio por arriba.
—¿Cómo afectó la privatización del ferrocarril?
–En el interior del país han dejado de circular los trenes de pasajeros, se ha favorecido el transporte automotor. El 89% de los pasajeros transita por las rutas, el 90% de las cargas son en camiones, y ha crecido enormemente la cantidad de accidentes por la cantidad de rutas. Ya dije que tenemos más o menos 22 muertes diarias, y 2 muertes y media en el ferrocarril. Hay que contabilizar que han cerrado 37 talleres, se cerró la industria ferroviaria, se cerraron plantas de llantas y ejes en Córdoba, en La Plata la planta de reparación de rieles donde se rectificaban y renovaban los rieles, cambios y agujas. Se cerró el Tren Laminador de Rieles en Somisa. Es decir, se ha destrozado una empresa nacional donde trabajaban 220.000 personas en tiempos de auge en 1950, éramos ejemplo del mundo, con 47 mil kilómetros. Actualmente el tren circula por 9 mil kilómetros en las zonas suburbanas. El presupuesto de esas zonas suburbanas es tres veces mayor que el que tenía el ferrocarril cuando andaba por todo el territorio nacional. Le están dando a las concesionarias subsidios de casi 10 millones de pesos diarios: tres veces más de lo que decía Alsogaray, que era 1 millón de dólares diarios.
Entonces, esto más que una distorsión es una estafa absoluta al pueblo argentino, es una burla decir desde los atriles que vamos a recuperar el ferrocarril y vemos que cada vez le dan más subsidios a estos empresarios que han raptado al Estado y lo tienen amarrado.
En el camino de las concesiones, fueron expulsados 85 mil compañeros, se transformaron en desparecidos sociales. De ellos 6 mil eran personal técnico altamente capacitado. Muchos eran reconocidos en el mundo por su idoneidad, como el ingeniero Repetto, Porta, Wilke, Fernández. Se perdió el conocimiento acumulado de los ferroviarios, las escuelas de capacitación se cerraron.
El ferrocarril fue el que primero lleva el teléfono al territorio nacional por una necesidad técnica, después se acopla el vagón postal, el correo, y las estafetas en las estaciones, integró las economías regionales y sus industrias. El ferrocarril fue un servicio público que benefició al pueblo con sus trenes sanitarios, aguateros, las campañas (ejemplo, contra la langosta, contra las pestes, contra el mal de Chagas). Teníamos 83 hospitales que fueron cerrados, atendían a la población rural porque la capacidad instalada de esos centros sanitarios sobraba, y los habitantes del lugar se asociaban a la cooperativa del Policlínico y te atendían como si fueses ferroviario. La Sociedad de Socorros Mutuos del Ferrocarril Belgrano era inmensa, abarcaba a todo el país, y Mosconi la copió y la llevó al Ejército, porque era ideal desde el punto de vista de la salud.
Yo creo que el desastre con respecto al ferrocarril es muy grave. Nosotros planteamos que hay que recuperar el ferrocarril. Para recuperarlo, este gobierno tiene que diseñar una política de transporte que le convenga a la nación, no a los intereses privados. Pasarlo a manos del Estado. Los funcionarios que administren el ferrocarril que sean personas idóneas que tengan conocimiento, honestos. Estos deberán ser nombrados por el parlamento, y luego controlados. Hay que terminar con que el ferrocarril es una agencia de colocaciones para los punteros políticos.
El ferrocarril ha sido desintegrado. No cumple más una función social. La desconexión territorial es brutal. El ferrocarril aquel ya no transporta todo, el actual concesionado transporta lo que les conviene.
El Sistema Integrado de Transporte Ferroviario, Industrias y Comunicaciones es el único sistema generador de fuentes de trabajo, del restablecimiento de las conexiones entre poblaciones y el único que les puede dar vida nuevamente a las regiones carentes de aguas, pastura y centro de salud, como lo hizo antes, cuando era deficitario. Todo el mundo habla del Producto Bruto Interno, alguien se preguntó ¿cuál es el Déficit Bruto Interno?
Repito: no apreciamos en ninguna ponencia, proyecto, plan o cosa parecida ni en la campaña electoral, una campaña de la nada, que tomara en cuenta que el ferrocarril es una herramienta estratégica de cualquier gobierno que incide en el desarrollo social, económico y geopolítico de la Nación, y que ese rol trascendente desaparecerá en manos privadas con su lógico fin de lucro.
Y reitero, el ferrocarril no es una agencia de colocaciones. Para que vuelva a ser un ferrocarril como el que fue, mejor y superador en el tiempo tiene que estar en manos del personal técnico especializado que aún está y que jubilados y todo, se les pega un pitazo y vienen a reconstruirlo.
Porque en los países coloniales, dominados o dependientes, la cuestión nacional es el primer eslabón de la lucha transformadora para construir un país libre, digno y soberano, que merezca ser vivido.
martes, 7 de febrero de 2012
Las Malvinas
Sobre la islas Malvinas tengo mi posición tomada desde el colegio primario (hace 60 años) donde me enseñaron que era un territorio argentino usurpado por la fuerza por el Reino Unido. Luego con los años y viendo el proceder mundial de los ingleses me convencí de esa realidad. No estuve a favor de la guerra lo que me costó más de un contratiempo al enfrentarme a la ignorancia de muchos que creían que se le podía ganar un conflicto armado a los "genios" de la guerra.
Dicho ésto, agrego que comparto las acciones emprendidas por el gobierno actual en este tema, no se y no creo que ayude mucho para la recuperación de nuestro territorio, pero es indudable que sin una ponencia fuerte y decidida en el plano diplomático, nunca nos tomarán en cuenta.
El gobierno es posible (conociendo el paño) que trate de utilizar el conflicto para tapar los problemas internos que nos aquejan, pero eso no desmerece el hecho en sí y no nos debería importar los motivos subyacentes.
Creo que cuando algo que creemos se hace bien, lo haga quien lo haga, debemos acompañarlo. Al menos esto es pacífico y se maneja dentro de la vía diplomática no como cuando la mayoría salió a aplaudir a Galtieri apoyando una guerra irresponsable e insensata.
Dicho ésto, agrego que comparto las acciones emprendidas por el gobierno actual en este tema, no se y no creo que ayude mucho para la recuperación de nuestro territorio, pero es indudable que sin una ponencia fuerte y decidida en el plano diplomático, nunca nos tomarán en cuenta.
El gobierno es posible (conociendo el paño) que trate de utilizar el conflicto para tapar los problemas internos que nos aquejan, pero eso no desmerece el hecho en sí y no nos debería importar los motivos subyacentes.
Creo que cuando algo que creemos se hace bien, lo haga quien lo haga, debemos acompañarlo. Al menos esto es pacífico y se maneja dentro de la vía diplomática no como cuando la mayoría salió a aplaudir a Galtieri apoyando una guerra irresponsable e insensata.
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