domingo, 24 de febrero de 2008

Para Debatir

La siguiente nota o comentario fue enviado por el Equipo de Trabajo del EDE Central. La publicación del mismo no implica nuestra aceptación de lo que plantea la misma, pero como corresponde a toda institución democrática, damos difusión a toda inquietud que se nos plantee.
Esperamos que quienes lean esto, envíen sus apreciaciones las que también publicaremos.
EDE. Mar del Plata


Reflexiones sobre las elecciones del 28 de octubre de 2007
Por Norberto Galasso

En la apreciación general del comicio, debemos señalar que las mayorías populares han demostra­do una vez más que saben defender sus intereses y que éstos coinciden con los de la Patria y el progreso general. No se han dejado embau­car por' las mentiras de "los medios" ni por los argumentos fala­ces de los dirigentes opositores. Han obrado con sabiduría dado el momento que vive la sociedad argentina, la relación de fuerzas entre las clases y su propio nivel de conciencia apostando a la continui­dad de la experiencia kirchnerista. Seguramente en amplios sectores populares persistió el descontento o la insatisfacción con algunas medidas del gobierno, como esta alza de precios de los últimos tiem­pos o las concesiones o limitaciones manifestadas en cuestiones claves como el control de los recursos naturales, pero han enten­dido que el panorama político no ofrecía ninguna opción superadora, por izquierda, de la que expresaba Cristina Kirchner, en cuanto a pro­puestas concretas y realizables. Y han apostado allí correctamente. Seguramente muchos militantes lo han hecho con la convicción de que es necesario construir por abajo, para disponer de mayor fuerza para incidir en el nuevo rumbo. Seguramente también lo han hecho a pesar de la aversión que le provo­can ciertos personajes del gobierno así como ciertas maniobras tácticas a las cuales este recurre. Pero han sabido distinguir claramente donde estaba el enemigo que ansiaba vol­ver, expresado a través de diversos personajes y matices ideológicos. Esos, que no eran "gente como uno", que tenían "otro estilo" como admite la Dra. Carrió, son los que empezaron a batir el parche del peligro inflacionario, de la conve­niencia de "enfriar la economía", de la distancia que convendría tomar respecto a Chávez y sus pro­yectos, de la necesidad de no hosti­lizar a la Sociedad Rural ni a los represores de la dictadura genoci­da. Las mayorías populares perci­bieron que alrededor de estas cues­tiones se dirimían los enfrenta­mientos y se pronunciaron correc­tamente.
El triunfo popular ha sido contun­dente, en primera vuelta, en casi todas las provincias, con más del 20% de diferencia respecto a la segunda fuerza. Pero esta contun­dencia alcanza aún mayor impor­tancia si se recuerda que los medios de comunicación jugaron ostensi­blemente, en su abrumadora mayo­ría, en contra del Frente para la Victoria. Este fenómeno se está verificando en toda América Latina donde los declinantes parti­dos de derecha aparecen sustituidos por un periodismo que se eriza frente a toda fuerza política con alguno de los rasgos que ellos denominan "populista", contra la cual descargan toda su fuerza, a veces, en nombre de los sagrados principios del orden, y otras veces, en nombre de supuestos valores éti­cos e inclusive, de utopías revolu­cionarias sustentadas en abstracto. Pero las mayorías populares no han caído en la trampa: han rechazado todo aquello que pregona la vuelta al pasado y también aquello que "se opone a lo bueno, en nombre de lo mejor, pero creando condiciones para lo malo".
Como pocas veces en una contien­da electoral, los propios protagonistas han desnudado el carácter de clase de la puja electoral. La diri­gente de la Coalición Cívica ha reconocido que la clase alta y la clase media alta han constituido su base electoral. Efectivamente, basta revisar el mapa electoral de la Capital Federal para observar de qué modo la Coalición Cívica gana en Recoleta, Barrio Norte y Belgrano. Del mismo modo, en el mapa del Gran Buenos Aires gana en San Isidro y Vicente López. A su vez, se constata que el Frente para la Victoria triunfa en el resto del Gran Buenos Aires y en las cir­cunscripciones populares de la capital Federal. Las declaraciones posteriores a la elección también han corroborado que este antago­nismo electoral tuvo raíces sociales claras. La Dra. Carrió se ha preocu­pado de sostener -con enorme orgullo- que Cristina Kirchner no ha sido votada por los sectores altos y medios altos y que, en general, ha demostrado tener escaso apoyo en las grandes concentraciones urba­nas donde, a su juicio, reside la "gente que es libre", que no se encuentra "prisionera de planes sociales", como en el interior donde, como ya lo enseñó Sarmiento hace mucho tiempo, residen argentinos "poco léidos" o más bien, directamente incultos y atrasados. Al mismo tiempo, seña­ que ni ella ni sus votantes sopor­tan "el estilo" kirchnerista y que, en cambio, aspiran a reinstalar "los valores de nuestros abuelos". Al referirse al "estilo", dicha dirigente está expresando su tendencia a caracterizar "por las formas" y no "por los contenidos". No está, en claro, sin embargo, si se refiere solamente a las desprolijidades del presidente que no se abrocha el saco o critica a los periodistas en un discurso, o si se refiere, como es su costumbre, al "estilo institucional", como podrían ser los decretos de "necesidad y urgencia". En ambos casos, no hace más que certificar la óptica estrecha con que se maneja la clase media, como así también la hipocresía que caracteriza a gran parte de sus integrantes. Resulta sorprendente, por ejemplo, la falta de coherencia pues los mismos diri­gentes, de extracción radical, que protestan por ese tipo de decretos, como violación a la "institucionali­dad", son quienes consideran sus grandes ídolos políticos a dirigen­tes como Balbín que avalaron la proscripción electoral de las mayo­rías populares durante 18 años, como si ello no significase violar la institucionalidad propia de la democracia.
Con respecto a esos valores de "nuestros abuelos" esto suena a rei­vindicar "la década infame" o "la Gran Argentina de su Majestad Británica, de la época del centena­rio", es decir, la época de la gran entrega del país. Por otra parte, ¿Quién es el abuelo de la Carrió? No Yrigoyen, a quien nunca cita, sino el Alem que coqueteaba con Mitre y a quien, con absoluto des­conocimiento de la verdad históri­ca, le atribuye haber organizado el partido Radical. Pero ni siquiera el abuelo es AJem, sino Alvear, es decir, ropaje liberal-democrático y contenido oligárquico.
Admitamos que en el apoyo a la Coalición Cívica puede haber un cierto número de distraídos o "tomados" por el mensaje oligár­quico transmitido por los medios" pero también es cierto que en muchos casos, es vocación reaccio­naria: racismo anti-cabecita, rechazo de la expresión popular (ese "esti­lo" de la chusma, que no es "el de los abuelos"), la ética de aquella Gran Argentina donde los conser­vadores no eran coimeros, porque estaban en el negociado grande, enorme, de la entrega del país, que previamente legitimaban con las leyes que lo hacían posible.
Por otra parte, la Dra. Carrió se ha declarado "jefa de la oposición" integrada sustancialmente por "ese 70 u 80%" de la cúspide social, es decir de la gente "civilizada". Uno podría decir entonces que estamos asistiendo a la resurrección de las señoras gordas, aquellas fanáticas del Alte Rojas, no por alusión al físico de la dirigente sino, porque como sostenía Jauretche, "tienen grasa en el cerebro" y excesiva pelambre. El gesto, la presencia, el lenguaje y los argumentos de esta dirigente expresan esa resurrección de los gorilas y por si faltase algo, ella misma lo ha completado mani­festando su admiración por Evita...siempre y cuando que se entienda que ese "evitismo" se acompaña con el vituperio hacia Perón, de donde surge esa expre­sión popular de que "ese evitismo es la etapa superior del gorilismo”.
Puede conjeturarse que, como decía Jauretche, el proyecto econó­mico-social, de fuerte contenido nacional implementado entre 1945 y 1955, dejó una marca tan indele­ble en la sociedad -reforzada por las políticas neo liberales de los demás gobiernos- que todavía toda política que aunque tímidamente reproduzca alguno de sus rasgos es suficiente para reverdecer el gori­lismo de antaño. En este sentido, cabe observar que la Dra. Carrió, al día siguiente de las elecciones, ya se preocupaba por estrechar víncu­los con Gabriela Michetti , del macrismo y con Gil Lavedra, del radicalismo, al tiempo que invitaba a su reunión a dos dirigentes ,de Recrear, de López Murphy, apun­tando ya al 2011 con la evidente intención de constituir una nueva Unión Democrática. Unir al mundo antipopular o dicho de otro, lograr que los sectores medios apoyen a la clase dominante y se apar­ten de los trabajadores, ha sido siempre, a través de nuestra histo­ria, la táctica oligárquica para man­tenerse en el poder. De ahí la importancia que ella otorga a la "colonización pedagógica" y de ahí también la preocupación que debe difundirse en el campo popular por la lucha ideológica. Es preciso .robustecer el campo antiimperialis­ta en la batalla de las ideas y dar pelea a las zonceras que difunden los medios y que, entre otras cosas, provocaron, meses atrás, el triunfo de Macri: "No hay derechas ni izquierdas", "todo es cuestión de eficiencia en la gestión", "lo único importante es la cuestión ética", "es fundamental el respeto a las institu­ciones", etc. etc.
Existe en la Argentina un impor­tante sector de las clases medias ­diríamos, el 22% que apoyó a Cristina en Capital Federal- que está en una búsqueda desde la época de las asambleas (esto está probado por el interés que mani­fiestan por la revisión histórica) pero es preciso reforzarlo y ampliarlo. Sólo logrando, como en los setenta que la clase media rompa su subordinación política hacia la clase dominante, podremos avanzar.
Otro hecho importante a destacar en estas elecciones es que se está produciendo un interesante cambio que va arrojando al desván de las cosas viejas y podridas a lo peor del peronismo. Salvo el caso de San Luis, verdadero feudo, (y Formosa) es importante consignar que ha perdido Romero en Salta, que han sido derrotados intendentes hasta ayer poderosos en la provin­cia de Buenos Aires como Villaverde en Alte Brown, Quindimil en Lanús, Villordo (can­didato del ministro del interior) en Quilmes, así como el Frente de la Victoria triunfó en San Miguel y que en otros casos, esa burocracia corrompida, aún usando todo su aparato, ha ganado por muy poco votos( Alessi quedó a 9 puntos de Cacho Alvarez, en Avellaneda), un joven candidato (Katopodis) se constituyó en segunda fuerza en San Martín. .
Estos hechos se relacionan estre­chamente con esa posibilidad de Unión Democrática levantada con­tra el gobierno, pues es preciso que desde el Frente para la Victoria se aproveche esta experiencia: sin apoyo del gobierno, el pueblo se ha encargado de liquidar a Villaverde y asimismo el Barba Gutierrez le ha ganado al candidato de Aníbal Fernández, mientras Sabatella con­tinúa ganando en Morón. Es nece­sario pues jugarse a construir por abajo y abandonar, no sólo por inconveniente sino por ineficaz y contraproducente, la táctica de negociar con intendentes duhaldistas desprestigiados pues su tiempo está concluido ya definitivamente, como asimismo el del susodicho Duhalde, uno de los grandes perde­dores de esta elección, junto a Sobisch, López Murphy, Patti y otros de la misma calaña. La táctica de ir al pie de intendentes como Otahecé y semejantes no debe repe­tirse pues solo aporta argumentos a la oposición y debilita el propio campo, en tanto no son confiables de ninguna manera y traicionarán cuando lo consideren conveniente.
También es preciso destacar la nueva catástrofe de la izquierda. Estos grupos no terminan de enten­der en qué consiste la lucha políti­ca. Confunden ideología con políti­ca concreta, ignoran el nivel de conciencia y la tradición de lucha de los sectores populares, confun­den agitación sindical con postula­ción política, siguen sumidos en el microclima. En una oportunidad, Trotsky, el verdadero, no el que pregonan estos grupos, decía: Hay gente que hace política como si estuviera en 1917, cuando en reali­dad todavía nos encontramos en 1905. Aquí es peor aún: estamos luchando por rearmar un frente nacional, frente a un enemigo cuyo discurso se transmite minuto a minuto por los medios, todavía sumidos en la desocupación y la fragmentación y ellos actúan como si estuviéramos por asaltar el pala­cio de invierno, para decirlo en su propio lenguaje.
Uno de estos dirigentes se ha asombrado de que los trabajadores los apoyen sindicalmente pero no los voten, fenómeno que ya deberí­an haber aprendido porque es lo que ocurría en Córdoba, de los años 70, con las agrupaciones sin­dicales clasistas, que recibían apoyo en tanto más combativas y de mejor conducta que los burócra­tas pero ese apoyo no se trasladaba al campo electoral. Sin embargo, parece que no lo han entendido aún.
Por otra parte, el resultado de la elección da la razón a quiénes sostu­vimos que, por sobre todo, había que saber dónde estaba el enemigo principal. Señalamos entonces que, por supuesto, Kirchner no era Menem ni tampoco Carrió (aunque muchas cosas de su gobierno nos dejaban insatisfechos), es decir, diji­mos "no hay propuesta superadora de la de Cristina en el escenario elec­toral", y hay que votar contra el ene­migo, sin caer en ningún divisionis­mo. Aún cuando la política petrole­ra del gobierno sea desastrosa era necesario tener en cuenta otros aspectos para definir la posición res­pecto a las elecciones. Por eso, no coincidimos con Solanas estimando que su jugada resultaba muy peligro­sa. Basta suponer que Pino (que llegó a tener porcentajes más altos que los de ahora, cuando se presen­taba con el Frente del Sur) hubiese obtenido el 7 u 8%, restándoselo a Cristina, provocando el Ballotage. Como conocemos la integridad y combatividad de Pino sabemos que en esa segunda vuelta no hubiera votado por un candidato antipopular, pero la confluencia de derecha hubiese tenido su gran oportunidad. En ese caso, el mismo Pino admitiría que Cristina no es Macri ni Carrió, pero hubiera sido responsa­ble de una polarización altamente peligrosa que nos podía devolver a los viejos tiempos: el programa ya lo anticiparon: enfriar la economía, tomar distancia de Chávez, eliminar las retenciones a las exportaciones y además, ahora lo sabemos, "otro estilo" y los "valores de los abuelos".
Por esa razón no lo acompañamos a Pino, como lo hemos hecho en otras oportunidades. Por la misma razón, si persistiese en un discurso que lo mimetiza con el P. O. y el resto de la izquierda sin votos, ello dificultaría que volviéramos a encontrarnos en la misma vereda.
Con respecto al gobierno, estima­mos que también deberá sacar enseñanzas de este resultado elec­toral. Las mayorías populares tien­den a encolumnarse detrás suyo, pero ese mínimo movimiento ya le erizó los pelos a todo el gorilaje, que va a atacar con todo. La res­ponsabilidad de la hora es tremenda y no se pueden cometer errores, ni hacer concesiones a los grandes poderes. No se pueden crear condi­ciones para ningún tipo de frustra­ción. Nada peor, decía el viejo Ugarte, "que los cambios a medias": despiertan el encono del enemigo poderoso, que siempre es más "clasista" que los sectores populares y pueden generar des­ánimo entre quienes tienen necesidades apremiantes. .
En América Latina galopan nue­vamente los libertadores de antaño. Argentina debe estar cada vez más integrada a ese proceso y de esa manera solamente se podrá aventar todo retorno reaccionario.
En otras épocas, este tipo de informe se preocupaba solamente por explicar el resultado electoral pues, más allá de alguna deforma­ción de la noticia propia de los medios de comunicación, los gana­dores y perdedores aparecían níti­damente, sin duda alguna. Pero últimamente estamos asistiendo a una deformación de la información por parte de "los medios" que nos escamotean las verdades más evi­dentes. En cualquier elección, de cualquier país, donde un candidato triunfa con el 45% de los votos y le gana por 23% a la segunda fuerza política, lo menos que corresponde decir es que el triunfo ha sido con­tundente, incuestionable, rotundo o si se prefiere, en el lenguaje del tablón, "por afano". Cuando ese mismo candidato gana holgada­mente en todo el país - es decir, 21 provincias- , salvo en tres jurisdic­ciones, también es preciso afirmar que se trata "de una paliza". Esta expresión sólo la usó el presidente Kirchner y casi ningún periodista. Por su parte, la Dra Carrió con el 22% de los votos declaró que había hecho una elección extraordinaria, lo cual provocó también un oportu­no comentario del presidente Kirchner: "No entiendo, ganó un solo distrito y habla de elección extraordinaria"
Pero la Dra Carrió fue aún más allá señalando que "con un poco más de dinero entrábamos al ballo­tage" (Clarín,30/ 1 0/2007) y el perio­dismo, en general, tomó esta decla­ración como sensata, cuando debió haber provocado risa. Del mismo modo, hubo periodistas que habla­ron de excelente elección de algu­nos de los pequeños partidos con­testatarios, cultivando su política divisionista que debilita al oficialis­mo.
Más aún, es preciso dar un ejem­plo contundente: antes de analizar los resultados: cualquier ciudadano argentino que ha visto los noticio­sos televisivos de los últimos meses se forjó la imagen de que el matri­monio Kirchner era odiado por los santacruceños, mientras que en esa provincias crecían las fuerzas con­testatarias que en poco tiempo más podrían instalar un gobierno de izquierda en la provincia. Pero, luego, al conocerse el resultado electoral, resulta que Cristina Kirchner ha ganado con el 73% de los votos, como así también ha ganado el candidato a gobernador por el Frente de la Victoria. Es decir, "los medios" habían logrado difundir una imagen de Santa Cruz ajena totalmente a la realidad, habí­an "creado otra realidad".
Este comentario es necesario por­que debe prevenimos acerca de la información que recibimos para no realizar el análisis sobre datos fal­sos o deformados.
Así, no bien nos acercamos al tema lo primero que hemos escu­chado es a la Dra Carrió, con su arrogancia característica, soste­niendo que "la Coalición Cívica ha triunfado en las grandes ciudades, refiriéndose en especial a Bahía Blanca, Mar del Plata, La Plata y Rosario, provocando el consiguien­te comentario sarmientino de algu­nos periodistas: son los centros de mayor cultura, donde reside la gente más informada, mientras que en el resto del país, los sectores postergados, a los cuales se com­pra prebendas, es decir, la expre­sión de la vieja barbarie condenada por el sanjuanino, votó al oficialis­mo, La Dra Carrió lo definió luego con precisión y hasta orgullosamente: "Está claro que el 70 % de las clases medias y altas votó con­tra Cristina... Ellos retuvieron el sector más tradicional del propio P. J. Y está ese 30% de indigentes y pobres que tienen controlados por los planes sociales". Esa gente, según la democrática Carrió no son "libres", "nacieron libres, pero en el conurbano le está quitada la libertad por el poder. Es libre, pero está aprisionada". Este es el con­cepto de democracia que posee esta dirigente política, con el cual, por supuesto, abomina de las masas populares, del 17 de octubre y se supone que también de la revolu­ción francesa, pues los "sansculot­tes" también, como dijo una vez Sábato, habrán orinado en alguna plaza histórica de Francia.
No se le ocurre pensar a esta buena señora que la circunstancia de que el país haya pasado de una economía de especulación a una economía productiva, bajando la desocupación y aumentando el con­sumo ha sido suficiente para que las mayorías de todo el país volcasen su voto a favor del gobierno, más allá de errores, carencias, asignatu­ras pendientes. Tampoco se le ocu­rre pensar - o lo piensa, y le gusta ­que sus votos obtenidos en Capital Federal provienen de los sectores que han votado al macrismo en la última elección para jefe de Gobierno. La gran mentira de la oposición y de la mayor parte del periodismo consiste en su enfoque "sarmientino" de las elecciones, según el cual todo sería cuestión de cultura. Pero la política no es cues­tión de mayor o menor cultura por­que la cultura que predomina en la sociedad es la cultura dirigida a mantener el orden injusto, es la concepción de la economía, de la filosofía, de los valores sociales, etc. que posee la clase dominante y que a través de su control sobre los medios, la escuela etc., impone a las clases medias. A través de la política lo que se dirimen son inte­reses contrapuestos. Por esa misma razón convertir a la política en acti­vidad dirigida solo a custodiar la cultura, la ética o las instituciones implica congelar la injusticia por­que se trata de valores impuestos por la clase dominante. Y cuando esa cultura, esa ética o esas institu­ciones no les convienen, las violan. Así resulta esta paradoja: políticos de diversos partidos se desviven denunciando los decretos de "nece­sidad y urgencia" lanzados por el gobierno pero son les mismos polí­ticos que rinden homenaje a sus "grandes dirigentes de antaño" que practicaron vetos, proscripciones o golpearon en los cuarteles pidiendo el golpe militar. Es decir, son democráticos cuando pueden ganar y cuando no pueden, inventan vetos, proscripciones o ballotages para urdir trampas a la propia insti­tucionalidad que ya no les sirve. Ha bastado que un sector del pero­nismo ocupase el gobierno y avan­zase en algunas cuestiones como "pararle" el ALCA a Estados Unidos, para que se erizasen de nuevo los pelos gorilas de antaño. "Es una cuestión de estilo" dice Carrió, es "medio pelo" decimos nosotros, la clase media que se arri­ma lacayunamente a la clase alta, al principio llevando cierto barniz centro izquierdista y luego, a medi­da que se acerca el momento de las definiciones, coqueteando con López Murphy, catapultando a la hija de Estensoro o levantando a una renegada de la Jotapé. De ahí la necesidad de que el campo popu­lar afile sus armas ideológicas y dé la batalla a todo ese mundo de zon­ceras con el cual la clase dominan­te controla a buena parte del electo­rado. Y de también que el campo popular supere la fragmentación que hoy lo aqueja. Dos frases clási­cas de la tradición revolucionaria resumen la cuestión:' "No sólo es necesario qué la idea clame por expresarse, es preciso que la reali­dad clame por la idea" y "Tener razón constituye el 50%, el 50% restante es tener la fuerza para poder llevada al triunfo".

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