jueves, 2 de julio de 2009


La Verdad Molesta

Escribe Aldo Ares
E.mail.: aldoares@hotmail.com

GOLPE DEL PUEBLO AL ESTADO K

El clamor del pueblo se cumplió y las urnas dieron el golpe de gracia al tan cacareado modelo K. Un Kirchner errado, obcecado en su mesianismo surrealista y mentiroso, terminó humillado por el voto popular.
El ex presidente, virtual jefe del gabinete en funciones y virtual ministro de economía, apostó a “todo o nada” y perdió. Las urnas lo devolvieron a su verdadero sitio, la nada. El “acaparador” terminó acaparado por su propia demagogia y rancio populismo.
Él solito se encargó, además de porfiar en sus fracasos encadenados, de anticipar su derrota al anticipar las elecciones. Solito aclaró que estas elecciones eran un plebiscito personal y lo perdió. Solito descendió a los infiernos con la propia leña de un fuego que no paró de echarle gasoil.
Sufrió un revolcón popular tan categórico que espero no se le ocurra presentarse ni a consejero escolar de la escuela de su propia hija, otro antiejemplo de modelo de estudiante argentino.
Más del 70 por ciento de los ciudadanos argentinos le dijeron que no lo quieren, que no los representa, a pesar de que les extorsionó con todo el aparato del partido justicialista y los medios del Estado a su disposición, indiscriminada y despóticamente. Los argentinos se hartaron de sus excesos y de sus métodos engañosos de armar una gran fábrica de ruina y despojo.
Al rey lo revolcaron por izquierda (con el crimen del hambre) y por derecha (con la destrucción de la economía productiva), lo dejaron sin espacio político que ostentar. En la larga vigilia del 28 repartió culpas de fracaso para los otros, como siempre, él no tuvo ninguna. Esta vez le tocó a Randazzo, “con Alberto no pasaban estas cosas” –fue la excusa perfecta para mitigar su amargura-.
El hombre fuerte no era tan fiero como lo pintaban, entre otras razones, porque ningún hombre es imprescindible entre 40 millones a elegir y que eligen. Su modelo catastrofista murió en su propia ley. Después de perder, puso una renuncia tímida a la dirección del partido justicialista en manos de otro “líder baleado”, el también perdedor y fraudulento Scioli, “un quítate vos que me pongo yo” que maquilla pero tampoco pinta nada ante la nueva realidad que dictaron las urnas.
Los Kirchner incineraron su propia herencia política para el 2011. Le allanaron el camino a los Reuteman, Cobos, Macri y Binner. El camino moral lo acuñaron Solanas y Sabbatella.
La sentencia es incontestable. Votado lo votado Néstor Kirchner debe irse de la política. De momento a su casa, entrecomillas, y después adónde digan los jueces de la democracia y del derecho.
Es lo bueno y lo malo de apostar, hay que hacerse cargo. No fueron los “gorilas” los que le echaron como él pronosticaba. No fue un golpe de Estado, fue un golpe del pueblo a su “Estado” de despotismo.

CRONICA DE UN FRACASO ANUNCIADO

El pueblo les retiró las mayorías del Parlamento y del Senado el domingo, les dictó un nuevo orden. En ese nuevo diseño político solo cabe el consenso y el diálogo, justo todo lo que los K no hicieron hasta ahora, lo más seguro, porque no saben dialogar ni escuchar, tal vez porque no tienen ojos para ver y leer la cruda realidad que acogota a la mayoría de los argentinos.
Ante este nuevo país, la gobernabilidad de los próximos meses será poco practicable, si nos atenemos al autismo de la Presidenta Cristina, que le agarró la derrota con el paso cambiado. Al extremo de no reconocer, de no enterarse de la soledad en que la dejaron las urnas: “no veo necesario los cambios” dijo como si hablara con otro pueblo de fantasía.
Sin saberlo, esta crónica del fracaso la comenzó a elaborar en la campaña de las pasadas presidenciales que la auparon al poder, dedocracia mediante. En vez de dedicarse a “patear” pueblo a pueblo para conocer los problemas y construir soluciones reales que demandaban millones de pobres argentinos, se pavoneó en campañas excéntricas de glamour por Europa derrochando el dinero que le negó a tantos niños desnutridos de nuestro interior.
Esa soberbia y ese menosprecio a los ciudadanos argentinos ha comenzado a pasarle factura, fundamentalmente porque desconoce, de primera mano, la realidad más cruel que socava nuestros cimientos tradicionales.
En marzo del 2008, el conflicto con los agricultores terminó por darle la puntilla. Tanto ella como su marido “confundieron” la realidad y, para remate, se cerraron en banda al diálogo y a la construcción de consenso en el fundamento productivo de nuestro sector clave por antonomasia. El pueblo argentino ya no tiene hoy la certeza de poder comer su propia carne, su propia leche y su propio trigo. Un imperdonable disparate por obra y gracia del tan mentado modelo K.
Como cortina de humo, el patrón de estancia amenazó con una corte de patoteros comandados por D’Elía para rememorar un pasado absurdo. El pueblo le contestó el domingo a esos desmanes dictatoriales con civismo en las urnas.
También le contestó a su “morena” mano de piedra que regula la economía a golpe de pistola, que disfraza una inflación galopante y se ríe de las instituciones más esenciales. El pueblo le contestó a la corrupción que capitanean Jaime y De Vido. A las valijas dolarizadas, a las bañeras pesificadas de sus funcionarias. A la falta de juicio y justicia, a la nula transparencia de gestión. A los superpoderes, al expolio de nuestra minería, a la venta y destrucción de nuestros glaciares. Al uso privado de los bienes públicos. A los desplantes y fraude de candidatos de mentira. A la inseguridad y delincuencia de la calle. Al bloqueo de las inversiones para desarrollar el país. Al capitalismo de los amigos.
Pero sobre todo el pueblo dijo un no rotundo a las últimas mentiras sobre la epidemia de la gripe A, porque antepusieron la locura interesada de las elecciones a la vida de los argentinos. Un manejo social insensible parecido al caso del dengue. Por eso recibieron el pago de la humillación, que pudo ser parada respiratoria, de no mediar el inmoral clientelismo y la extorsión del aparato partidario.
La foto lamentable para la posteridad, el óleo de la decadencia política que representan los K la cristalizó, para vergüenza de los argentinos, el no-diálogo de Kirchner con Tinelli en una frivolidad última e innecesaria para hacer penitencia de la degradación de nuestros valores culturales.
Al modelo perdedor solo le queda recoger las cenizas y esparcirlas por el paisaje lunar de la Patagonia, donde por cierto, ya tampoco les votan.
Quede claro, el pueblo les echó en las urnas. Fue un golpe del pueblo no un golpe de Estado. Un golpe del pueblo al Estado K. El país respira profundamente.

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