¿Estamos en un país realmente democrático? ¿O simplemente es solo una enunciación?
La democracia no es solo votar, también es participación ciudadana, es la construcción departidos políticos donde sus dirigentes sean elegidos por sus afiliados y adherentes.
Pero eso no se da y los ciudadanos vemos con bronca y estupor como quienes se llenan la boca hablando del cambio en la política, de inclusión y participación ciudadana, cuando llega el momento de las candidaturas, las que deberían ser el reflejo de elecciones internas, se reúnen entre cúpulas que nadie o muy pocos eligieron para conformar las mismas y bajan líneas que los militantes (afiliados y adherentes) tienen que acatar sin poner reparo alguno. Hay honrosas excepciones, como es el de las elecciones internas hechas por el radicalismo marplatense.
Esto mucho más se complica cuando de las más altas esferas del gobierno se advierte que si pierden la elección legislativa y no conservan la mayoría parlamentaria se atenta contra la democracia. Esto es una barbaridad. La Constitución que es sabia determina la división de poderes y uno de ellos es el Poder Legislativo. Decir que no se puede gobernar si no se tiene mayoría parlamentaria y que eso atentaría contra la democracia es ignorar lo que es “democracia” y esas aseveraciones en si mismas son un atentado contra ella.
La democracia no debería ser una enunciación vacía, debería ser una práctica común y constante de todos y cada uno de los ciudadanos del país. En un gobierno elegido en elecciones libres que se diga que el Congreso puede ser un impedimento para gobernar, es darles la razón a los gobiernos dictatoriales o de facto. Si para realizar un buen gobierno se necesita un Congreso adicto ¿para que sirve? ¿Para escribanía del Poder Ejecutivo? Para eso que reformen la Constitución y que lo anulen así quedan solo dos poderes y nos ahorramos los enormes gastos que nos infringe.
Nuestros políticos han perdido el rumbo, se creen los dueños de nuestras vidas y nuestros bienes. Se dirigen al ciudadano como si le estuvieran hablando a enfermos mentales. Mienten descaradamente. La palabra de un político vale menos que nada, ayer era liberal, hoy es de izquierda y mañana no se puede saber que será, pero lo que es seguro que siempre estará entre los que viven de nosotros y muy lejos…muy lejos del trabajo real. Se postulan para cargos que luego de elegidos no cumplen o no piensan cumplir, gobernadores que se postulan para diputados, intendentes para concejales, pero que anticipan que seguirán en sus cargos sin asumir para lo que se hacen votar. Otros que han asumido cargos para lo que fueron votados hacen tan solo un año y medio, renuncian para postularse a otro cargo por cuatro años el que tampoco finalizarán.
Ahora tenemos que votar legisladores, votaremos hombres y mujeres por su cara, si habla bien o si nos agradó cuando estuvo en televisión ¿y las propuestas?...Bien gracias.
¿Será que nos tenemos que resignar a este sistema? ¿O será como dice Kirchner que todo explotará? Si todo explota, si tenemos suerte talvez la explosión haga desaparecer a todos estos mantenidos y surja de los escombros los brotes de una nueva política o mejor dicho el embrión de nuevos políticos, que nos encaminen positivamente a una real y verdadera democracia, donde surjan autoridades elegidas por las bases de una sociedad comprometida y con amplia participación.
De lo único que tenemos que alegrarnos es que por más desaguisados que cometan nuestros políticos, nunca más nadie golpeará las puertas de los cuarteles para hacer el cambio y los que aún piensan en eso, son una minúscula minoría repudiada por todos los argentinos bien nacidos. El cambio se tendrá que ir operando poco a poco y desde las urnas.
Eduardo Montarcé
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