
La Verdad Molesta
Escribe Aldo Ares
E.mail.: aldoares@hotmail.com
LO QUE EL HUMO SE LLEVÓ
¡Qué horror! Fue el primer pensamiento que me sobresaltó al despertar y no poder ver nada por el maldito humo. La novedad es que el humo se metió en Buenos Aires, como una invasión inglesa moderna, y, entonces, es cuando el país descubrió el fenómeno. Los porteños se sacudieron los ojos, les costó respirar y comprobaron la traición al “buen” nombre del “buen aire”.
¡Qué horror! que en el siglo XXI dos o tres personas, poseídas por una “mística gaucha”, se encierren a elucubrar cada medida que afecta a cerca de 40 millones de argentinos, después se van de vacaciones a Calafate o a París a lucir ropa de “marca” mientras el país se incendia por culpa de unos porotos, (punta de un iceberg inmenso), o unos matojos, y tanta gente desnutrida muere insensiblemente, como anécdota, para dibujar números estadísticos, mientras desaparecen fuentes de vida y cultura de los primeros pobladores argentinos (derechos humanos incluidos) en los montes quemados, porque esos dos o tres son los que decidieron todo. Me resulta inmoral, inhumano y criminal.
Porque antes del Delta, los montes del norte argentino desaparecieron en llamas por causas inconfesables y se adueñaron unos señores extraños de cientos de miles de hectáreas fiscales a precios de risa, que ya quisiéramos el resto de los 40 millones. Los nuevos terratenientes los pintaron de verde y hoy ganan millones con los porotitos. Montes que fueron recursos naturales de todos y, que yo sepa, desde el gobierno nada de esta locura se impidió. ¿Cómo lo iban a impedir si detrás estaba el “toco” de las retenciones?
¡Qué horror! Que 40 millones sean adormecidos, anestesiados, por dos o tres que forman una “logia de iluminados” y se apoderaron de los resortes y del botón de mando, perdón…, del mando a distancia, y que, como niños egoístas y déspotas, no dejan jugar a los demás (funcionarios e instituciones) en el juguete del Poder y las decisiones públicas.
Ministros reconvertidos en empleados obedientes, que no pintan nada, en términos reales de poder y que solo participan en el maquillaje de lo formal, de cara a la galería de los 40 millones.
Cómo se puede pisotear con tanta frivolidad los valores y los cimientos que los fundadores de la Nación nos legaron cual Biblia eterna en leyes constitucionales, verdaderas piedras filosofales, vestidas, no de “marca”, sino de exquisita honestidad, como camino ideal para construir un país poderoso y justo.
Cómo fue que el Congreso y su razón de ser, el debate de ideas, permaneció “clausurado”, ausente, en el momento en que el país se desangraba con un paro agropecuario que reclamaba –precisamente- su funcionamiento y su razonamiento plural y diverso, embrión de una legislación preclara.
El otro componente de rigor de una democracia, la oposición, también fue travestida y reducida a la nula expresión por la trituradora kirchnerista, para no tropezar con palos en la rueda de su sistema monárquico y arcaico.
LA TIERRA DEL FUEGO
SE TRASLADA A BUENOS AIRES
El origen de la Tierra del Fuego lo hallaron los marinos que avistaron desde el mar un humo impresionante que atribuyeron a los indios.
Hoy no quedan indios en Buenos Aires (entonces se acusa a los productores), pero la sombra maligna, inconfesada, ya contagia hasta las costas uruguayas, objetivo de guerra de otros conflictos medioambientales, también bastante oscuros.
En verdad, el humo porteño nubla los ojos, como un artilugio de guerra, a nuestros grandes, grandísimos, problemas de fondo: el modelo fracasado de un Estado Centralizado inviable, que vive de espaldas al INTERIOR del país, principal responsable y generador de la riqueza que sustenta ese Estado.
He aquí la madre del cordero. Un país inteligente se desarrolla por igual de norte a sur y de este a oeste, porque en el desarrollo equitativo de su territorio radica su sostenibilidad y la supervivencia en paz de su pueblo.
El modelo argentino sobrevivió a duras penas, por su excesiva riqueza, y el expolio a sus trabajadores, asentado en una discriminación arbitraria que mantiene empobrecidas y endeudadas hasta las cejas a las provincias, que paradójicamente son las que nutren las arcas del Estado.
Este sistema ha reventado ya, ha muerto de viejo, de inanición. Por tanto, se impone la creación de otro inverso, con un reparto equilibrado de los ingresos de forma institucionalizada, no como hasta ahora con los dedos caprichosos de los mandamases de turno, una tómbola de premios o castigos de la edad media, donde el 80 % de las rentas se la confiscaban los monarcas y el resto lo “perdonaban” a los productores para su primitiva subsistencia.
Esa Argentina relegada, retrasada, del interior, es la que se ha rebelado, porque el sistema actual no va más, y sería bueno que las autoridades nacionales entendieran la encrucijada y adoptaran una actitud “patriota”, una actitud positiva para buscar un entendimiento constructivo.
Lo de la “oligarquía del campo” es una gran mentira, una cortina de humo, para tapar a la verdadera culpable de la debacle nacional que es la “oligarquía financiera”, que ha devorado en mil pedazos, y lo sigue haciendo, los cimientos de nuestro país.
La “oligarquía financiera” es la mano negra invisible, la “bruja” responsable de la estafa más masiva y mortífera que se pueda imaginar sobre el hombro de 40 millones de argentinos. Todos los gobiernos, hasta la fecha, han sido y son funcionales a este monstruo de cien cabezas.
Cuando hablo de falta de inteligencia del gobierno actual está claro que siguen el juego reiterativo y especulativo del monstruo de cien cabezas y se equivocan enfrentando los mismos elementos del pasado que nos destruyen día a día.
No tienen claridad de ideas, el humo les nubla la razón, se excitan en una lucha absurda, prefabricada, la ideología del miedo y del enemigo en casa. No visualizan el verdadero objetivo.
Pero es que además, el otro elemento distorsivo del campo (otra cabeza del monstruo) son “los monopolios cerealeros” que controlan el mercado, se llevan el sudor de los productores y hasta de los camioneros, que les pagan lo que quieren y los extorsionan según su conveniencia.
Por todo ello, no se entiende la paranoia del gobierno con todo el mundo que se sale del pensamiento único, incluida la prensa independiente. Al talado de montes se adhiere el talado de ideas.
Lo aconsejable, en medio de esta neblina gris, es un gran Pacto nacional que incluya a todas las partes, al estilo de los de la “Moncloa”. Pero antes, hay que rectificar estructuras falsas como las de la inflación. Sin estos principios básicos no hay Pacto que resista ni media hora.
DELINCUENTES AL PODER
Pero además, ¿Por qué decimos que somos un país decadente, un país que lleva 60 años descendiendo en picado, contra natura?
Porque en estos 60 años mantenemos a los mismos actores políticos, los mismos dinosaurios carcamanes y toda su cría, más aficionados a sus intereses personales (la política como espacio de negocio no para hacer patria) -que precisamente perpetúa el viejo sistema- que a los intereses generales de los 40 millones que necesitan el cambio renovador.
Un país sin reflejos, sin capacidad de cambio, matemáticamente niega su evolución y se convierte en decadente.
Un gobierno que no es transparente con las cuentas públicas, que presiona y silencia a los jueces para que no se investigue la corrupción del Poder, ha cortado las venas a la democracia y blinda la “vieja política”.
El presidente de la Asociación de magistrados acaba de reconocer que sus compañeros se juegan la carrera y la vida si se atreven a incursionar en tan podrida materia. “El que se atreve –ha dicho el magistrado presidente, Ricardo Recondo- a procesar a funcionarios en activo, el gobierno se lo impide. Y un hombre común no es capaz de tamaño acto de independencia”.
La sentencia jurídica argentina es demoledoramente clara: Delincuentes al Poder, las cartas están echadas.
Como podemos apreciar, hay demasiadas y “pesadas” razones para que las rentas del campo no vuelvan a las provincias. ¿Hipocresía, mentiras, manipulación? –De todo hay en la viña del señor- dijo Sancho hace 500 años, pero vigente muy a pesar nuestro. Los “buenos” siguen en sus casas, los “malos” en el poder
Son los coletazos de un humo que anuncia desastre, que el tiempo no termina de disipar, por mucho río de la Plata capaz de apagarlo con un estornudo. Tenemos humo para rato, desgraciadamente. Mucha bruma y escasa visibilidad a la vista.
La tecnología de nuestros bomberos muy al uso de nuestros ancestros, machete en mano y mochila al hombro de 20 litros de agua (las retenciones no dan para más). Nada de subsidios, ni de odio, ni de frustraciones. ¿Quién dijo horizonte? Que nos manden otro tren “bala”, ¡por favor!
Escribe Aldo Ares
E.mail.: aldoares@hotmail.com
LO QUE EL HUMO SE LLEVÓ
¡Qué horror! Fue el primer pensamiento que me sobresaltó al despertar y no poder ver nada por el maldito humo. La novedad es que el humo se metió en Buenos Aires, como una invasión inglesa moderna, y, entonces, es cuando el país descubrió el fenómeno. Los porteños se sacudieron los ojos, les costó respirar y comprobaron la traición al “buen” nombre del “buen aire”.
¡Qué horror! que en el siglo XXI dos o tres personas, poseídas por una “mística gaucha”, se encierren a elucubrar cada medida que afecta a cerca de 40 millones de argentinos, después se van de vacaciones a Calafate o a París a lucir ropa de “marca” mientras el país se incendia por culpa de unos porotos, (punta de un iceberg inmenso), o unos matojos, y tanta gente desnutrida muere insensiblemente, como anécdota, para dibujar números estadísticos, mientras desaparecen fuentes de vida y cultura de los primeros pobladores argentinos (derechos humanos incluidos) en los montes quemados, porque esos dos o tres son los que decidieron todo. Me resulta inmoral, inhumano y criminal.
Porque antes del Delta, los montes del norte argentino desaparecieron en llamas por causas inconfesables y se adueñaron unos señores extraños de cientos de miles de hectáreas fiscales a precios de risa, que ya quisiéramos el resto de los 40 millones. Los nuevos terratenientes los pintaron de verde y hoy ganan millones con los porotitos. Montes que fueron recursos naturales de todos y, que yo sepa, desde el gobierno nada de esta locura se impidió. ¿Cómo lo iban a impedir si detrás estaba el “toco” de las retenciones?
¡Qué horror! Que 40 millones sean adormecidos, anestesiados, por dos o tres que forman una “logia de iluminados” y se apoderaron de los resortes y del botón de mando, perdón…, del mando a distancia, y que, como niños egoístas y déspotas, no dejan jugar a los demás (funcionarios e instituciones) en el juguete del Poder y las decisiones públicas.
Ministros reconvertidos en empleados obedientes, que no pintan nada, en términos reales de poder y que solo participan en el maquillaje de lo formal, de cara a la galería de los 40 millones.
Cómo se puede pisotear con tanta frivolidad los valores y los cimientos que los fundadores de la Nación nos legaron cual Biblia eterna en leyes constitucionales, verdaderas piedras filosofales, vestidas, no de “marca”, sino de exquisita honestidad, como camino ideal para construir un país poderoso y justo.
Cómo fue que el Congreso y su razón de ser, el debate de ideas, permaneció “clausurado”, ausente, en el momento en que el país se desangraba con un paro agropecuario que reclamaba –precisamente- su funcionamiento y su razonamiento plural y diverso, embrión de una legislación preclara.
El otro componente de rigor de una democracia, la oposición, también fue travestida y reducida a la nula expresión por la trituradora kirchnerista, para no tropezar con palos en la rueda de su sistema monárquico y arcaico.
LA TIERRA DEL FUEGO
SE TRASLADA A BUENOS AIRES
El origen de la Tierra del Fuego lo hallaron los marinos que avistaron desde el mar un humo impresionante que atribuyeron a los indios.
Hoy no quedan indios en Buenos Aires (entonces se acusa a los productores), pero la sombra maligna, inconfesada, ya contagia hasta las costas uruguayas, objetivo de guerra de otros conflictos medioambientales, también bastante oscuros.
En verdad, el humo porteño nubla los ojos, como un artilugio de guerra, a nuestros grandes, grandísimos, problemas de fondo: el modelo fracasado de un Estado Centralizado inviable, que vive de espaldas al INTERIOR del país, principal responsable y generador de la riqueza que sustenta ese Estado.
He aquí la madre del cordero. Un país inteligente se desarrolla por igual de norte a sur y de este a oeste, porque en el desarrollo equitativo de su territorio radica su sostenibilidad y la supervivencia en paz de su pueblo.
El modelo argentino sobrevivió a duras penas, por su excesiva riqueza, y el expolio a sus trabajadores, asentado en una discriminación arbitraria que mantiene empobrecidas y endeudadas hasta las cejas a las provincias, que paradójicamente son las que nutren las arcas del Estado.
Este sistema ha reventado ya, ha muerto de viejo, de inanición. Por tanto, se impone la creación de otro inverso, con un reparto equilibrado de los ingresos de forma institucionalizada, no como hasta ahora con los dedos caprichosos de los mandamases de turno, una tómbola de premios o castigos de la edad media, donde el 80 % de las rentas se la confiscaban los monarcas y el resto lo “perdonaban” a los productores para su primitiva subsistencia.
Esa Argentina relegada, retrasada, del interior, es la que se ha rebelado, porque el sistema actual no va más, y sería bueno que las autoridades nacionales entendieran la encrucijada y adoptaran una actitud “patriota”, una actitud positiva para buscar un entendimiento constructivo.
Lo de la “oligarquía del campo” es una gran mentira, una cortina de humo, para tapar a la verdadera culpable de la debacle nacional que es la “oligarquía financiera”, que ha devorado en mil pedazos, y lo sigue haciendo, los cimientos de nuestro país.
La “oligarquía financiera” es la mano negra invisible, la “bruja” responsable de la estafa más masiva y mortífera que se pueda imaginar sobre el hombro de 40 millones de argentinos. Todos los gobiernos, hasta la fecha, han sido y son funcionales a este monstruo de cien cabezas.
Cuando hablo de falta de inteligencia del gobierno actual está claro que siguen el juego reiterativo y especulativo del monstruo de cien cabezas y se equivocan enfrentando los mismos elementos del pasado que nos destruyen día a día.
No tienen claridad de ideas, el humo les nubla la razón, se excitan en una lucha absurda, prefabricada, la ideología del miedo y del enemigo en casa. No visualizan el verdadero objetivo.
Pero es que además, el otro elemento distorsivo del campo (otra cabeza del monstruo) son “los monopolios cerealeros” que controlan el mercado, se llevan el sudor de los productores y hasta de los camioneros, que les pagan lo que quieren y los extorsionan según su conveniencia.
Por todo ello, no se entiende la paranoia del gobierno con todo el mundo que se sale del pensamiento único, incluida la prensa independiente. Al talado de montes se adhiere el talado de ideas.
Lo aconsejable, en medio de esta neblina gris, es un gran Pacto nacional que incluya a todas las partes, al estilo de los de la “Moncloa”. Pero antes, hay que rectificar estructuras falsas como las de la inflación. Sin estos principios básicos no hay Pacto que resista ni media hora.
DELINCUENTES AL PODER
Pero además, ¿Por qué decimos que somos un país decadente, un país que lleva 60 años descendiendo en picado, contra natura?
Porque en estos 60 años mantenemos a los mismos actores políticos, los mismos dinosaurios carcamanes y toda su cría, más aficionados a sus intereses personales (la política como espacio de negocio no para hacer patria) -que precisamente perpetúa el viejo sistema- que a los intereses generales de los 40 millones que necesitan el cambio renovador.
Un país sin reflejos, sin capacidad de cambio, matemáticamente niega su evolución y se convierte en decadente.
Un gobierno que no es transparente con las cuentas públicas, que presiona y silencia a los jueces para que no se investigue la corrupción del Poder, ha cortado las venas a la democracia y blinda la “vieja política”.
El presidente de la Asociación de magistrados acaba de reconocer que sus compañeros se juegan la carrera y la vida si se atreven a incursionar en tan podrida materia. “El que se atreve –ha dicho el magistrado presidente, Ricardo Recondo- a procesar a funcionarios en activo, el gobierno se lo impide. Y un hombre común no es capaz de tamaño acto de independencia”.
La sentencia jurídica argentina es demoledoramente clara: Delincuentes al Poder, las cartas están echadas.
Como podemos apreciar, hay demasiadas y “pesadas” razones para que las rentas del campo no vuelvan a las provincias. ¿Hipocresía, mentiras, manipulación? –De todo hay en la viña del señor- dijo Sancho hace 500 años, pero vigente muy a pesar nuestro. Los “buenos” siguen en sus casas, los “malos” en el poder
Son los coletazos de un humo que anuncia desastre, que el tiempo no termina de disipar, por mucho río de la Plata capaz de apagarlo con un estornudo. Tenemos humo para rato, desgraciadamente. Mucha bruma y escasa visibilidad a la vista.
La tecnología de nuestros bomberos muy al uso de nuestros ancestros, machete en mano y mochila al hombro de 20 litros de agua (las retenciones no dan para más). Nada de subsidios, ni de odio, ni de frustraciones. ¿Quién dijo horizonte? Que nos manden otro tren “bala”, ¡por favor!
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