La Verdad Molesta
Escribe Aldo Ares
E.mail.: aldoares@hotmail.com
POR ENCIMA DE LOS DIOSES
Entre tanta continuidad y más de lo mismo, entre tanto miedo a los cambios, a un proyecto de país moderno, encontramos una alegría en el discurso de Cristina. Acabar con los privilegios de los jueces.
En la igualdad de todos los argentinos ante la ley no es admisible un privilegio como el de los jueces de vivir libres del impuesto a las ganancias. Ahora que vuelve a la luz el dato, nos recuerda hasta qué punto nuestra sociedad está alejada de los comportamientos democráticos.
Hasta los dioses pagan impuestos a través de sus representantes en la tierra. La iglesia, incluso en España, donde tuvo un poder infinito durante siglos, hoy día debe autofinanciarse y pagar impuestos, para lo cual, para recaudar, hacen anuncios de marketing como cualquier empresa comercial por televisión.
Esto, que hubiera provocado un cisma descomunal hace solo dos décadas, ya se ve como algo normal y asumible.
Por eso digo que en Argentina los jueces han estado siempre por encima de los dioses. Se consideran dioses, se han considerado siempre intocables.
La Presidenta electa ha dicho que es una deuda de la democracia y tiene razón. Me gustaría que otras deudas de la democracia, que son infinitas y graves, también sean corregidas y saldadas. De ella, de Cristina K, depende en buena medida que se subsanen tantas deudas atrasadas.
ELLOS SE RESISTEN
Lo increíble, lo del apego a los privilegios, habla a las claras de la fe que se tienen los jueces en sus creencias celestiales.
La mayoría ya han saltado con sus típicas amenazas todopoderosas. Dicen que si les rascan “el bolsillo” recurrirán a los Tribunales –que ellos dominan como nadie- y se darán la razón a si mismos.
Otros, más sociables, más terrenales, arguyen que aceptarán las reglas de juego, siempre que se les compense con aumentos para que el pago de impuestos no signifique una rebaja de sueldo.
Y yo me pregunto, cuando millones de jubilados, durante años, se aguantaron a mal vivir con 150 pesos de jubilación. Ellos tan justos (tan jueces), ¿adónde estaban que no impidieron esa hambruna generalizada en sus abuelitos, que por razones biológicas no podían seguir trabajando, pero que tenían el mismo derecho a comer caliente?
Porque seguimos hablando de deuda de la democracia. ¿Adónde está la cacareada igualdad de todos los ciudadanos ante la ley? Con lo que cobra un juez comen 30 jubilados.
Por qué permiten que la mitad de los trabajadores argentinos trabajen en precario, es decir, “en negro”, de forma ilegal, sin garantías sociales. Permisividad tanto de los jueces como del gobierno. Tanto unos como otros hacen vil dejación de sus funciones elementales ante desigualdades tan groseras.
La insolidaridad de los jueces con la sociedad queda retratada no solo en la administración de justicia (¿qué justicia?), ya que los ciudadanos argentinos no creen en ella, sino en su relación de principios. “Ellos” se benefician de todos los servicios del Estado que se realizan con los altos impuestos que pagan la totalidad de los ciudadanos, menos ellos, sus “señorías”, a los que encima debemos pleitesías y reverencias monárquicas, más bien celestiales.
La única igualdad es que a ellos también los comerán los gusanos, como a cualquier cristiano.
ESTOCADA A LA CONSTITUCION
El impuesto a los réditos fue creado en l932. Pagar los impuestos como pagamos todos, no significa una disminución injusta del sueldo, como “ellos” dan a entender.
Su rechazo tiene más que ver con una cuestión de piel, con la beatificación de sus privilegios ancestrales. Y a todo el que no es justo (qué contradicción para un juez), le molesta que le quiten privilegios. En verdad, una vara de medir escasamente democrática y justa.
El artículo 16 de la Constitución establece que la igualdad es la base de las cargas públicas. Sin embargo nuestros jueces siempre estuvieron por encima de la Constitución, o por el costado, pero nunca por adentro.
“Ellos” argumentan que tienen dedicación exclusiva, que no pueden tener otro trabajo para mejorar sus ingresos.
Me pregunto si los empleados que trabajan 15 horas en su yugo, por 4 pesos locos (los jueces no bajan de los 8.000 pesos), no tienen dedicación exclusiva. No creo que les quede tiempo para otro puesto laboral, salvo que dejen de dormir y comer, porque conciliar la vida familiar tampoco estaría en sus derechos.
Cabe recordar, asimismo, que en los países democráticos europeos y en los Estados Unidos los jueces pagan religiosamente sus impuestos como cualquier hijo de vecino.
Es hora que los jueces argentinos bajen de sus altares y pongan pie en tierra. Que justicia es lo que le falta a nuestra embarrada democracia. Y si no comenzamos por quienes deben administrarla, las leyes seguirán más muertas que nunca.
Ponerse en el lugar del otro es la mejor manera de ver el punto de vista ajeno.
Escribe Aldo Ares
E.mail.: aldoares@hotmail.com
POR ENCIMA DE LOS DIOSES
Entre tanta continuidad y más de lo mismo, entre tanto miedo a los cambios, a un proyecto de país moderno, encontramos una alegría en el discurso de Cristina. Acabar con los privilegios de los jueces.
En la igualdad de todos los argentinos ante la ley no es admisible un privilegio como el de los jueces de vivir libres del impuesto a las ganancias. Ahora que vuelve a la luz el dato, nos recuerda hasta qué punto nuestra sociedad está alejada de los comportamientos democráticos.
Hasta los dioses pagan impuestos a través de sus representantes en la tierra. La iglesia, incluso en España, donde tuvo un poder infinito durante siglos, hoy día debe autofinanciarse y pagar impuestos, para lo cual, para recaudar, hacen anuncios de marketing como cualquier empresa comercial por televisión.
Esto, que hubiera provocado un cisma descomunal hace solo dos décadas, ya se ve como algo normal y asumible.
Por eso digo que en Argentina los jueces han estado siempre por encima de los dioses. Se consideran dioses, se han considerado siempre intocables.
La Presidenta electa ha dicho que es una deuda de la democracia y tiene razón. Me gustaría que otras deudas de la democracia, que son infinitas y graves, también sean corregidas y saldadas. De ella, de Cristina K, depende en buena medida que se subsanen tantas deudas atrasadas.
ELLOS SE RESISTEN
Lo increíble, lo del apego a los privilegios, habla a las claras de la fe que se tienen los jueces en sus creencias celestiales.
La mayoría ya han saltado con sus típicas amenazas todopoderosas. Dicen que si les rascan “el bolsillo” recurrirán a los Tribunales –que ellos dominan como nadie- y se darán la razón a si mismos.
Otros, más sociables, más terrenales, arguyen que aceptarán las reglas de juego, siempre que se les compense con aumentos para que el pago de impuestos no signifique una rebaja de sueldo.
Y yo me pregunto, cuando millones de jubilados, durante años, se aguantaron a mal vivir con 150 pesos de jubilación. Ellos tan justos (tan jueces), ¿adónde estaban que no impidieron esa hambruna generalizada en sus abuelitos, que por razones biológicas no podían seguir trabajando, pero que tenían el mismo derecho a comer caliente?
Porque seguimos hablando de deuda de la democracia. ¿Adónde está la cacareada igualdad de todos los ciudadanos ante la ley? Con lo que cobra un juez comen 30 jubilados.
Por qué permiten que la mitad de los trabajadores argentinos trabajen en precario, es decir, “en negro”, de forma ilegal, sin garantías sociales. Permisividad tanto de los jueces como del gobierno. Tanto unos como otros hacen vil dejación de sus funciones elementales ante desigualdades tan groseras.
La insolidaridad de los jueces con la sociedad queda retratada no solo en la administración de justicia (¿qué justicia?), ya que los ciudadanos argentinos no creen en ella, sino en su relación de principios. “Ellos” se benefician de todos los servicios del Estado que se realizan con los altos impuestos que pagan la totalidad de los ciudadanos, menos ellos, sus “señorías”, a los que encima debemos pleitesías y reverencias monárquicas, más bien celestiales.
La única igualdad es que a ellos también los comerán los gusanos, como a cualquier cristiano.
ESTOCADA A LA CONSTITUCION
El impuesto a los réditos fue creado en l932. Pagar los impuestos como pagamos todos, no significa una disminución injusta del sueldo, como “ellos” dan a entender.
Su rechazo tiene más que ver con una cuestión de piel, con la beatificación de sus privilegios ancestrales. Y a todo el que no es justo (qué contradicción para un juez), le molesta que le quiten privilegios. En verdad, una vara de medir escasamente democrática y justa.
El artículo 16 de la Constitución establece que la igualdad es la base de las cargas públicas. Sin embargo nuestros jueces siempre estuvieron por encima de la Constitución, o por el costado, pero nunca por adentro.
“Ellos” argumentan que tienen dedicación exclusiva, que no pueden tener otro trabajo para mejorar sus ingresos.
Me pregunto si los empleados que trabajan 15 horas en su yugo, por 4 pesos locos (los jueces no bajan de los 8.000 pesos), no tienen dedicación exclusiva. No creo que les quede tiempo para otro puesto laboral, salvo que dejen de dormir y comer, porque conciliar la vida familiar tampoco estaría en sus derechos.
Cabe recordar, asimismo, que en los países democráticos europeos y en los Estados Unidos los jueces pagan religiosamente sus impuestos como cualquier hijo de vecino.
Es hora que los jueces argentinos bajen de sus altares y pongan pie en tierra. Que justicia es lo que le falta a nuestra embarrada democracia. Y si no comenzamos por quienes deben administrarla, las leyes seguirán más muertas que nunca.
Ponerse en el lugar del otro es la mejor manera de ver el punto de vista ajeno.
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