Hoy se cumplen treinta años del secuestro y desaparición de Azucena Villaflor, Mary Ponce de Bianco y Ester Ballestrino de Careaga, quienes habían emprendido la tarea de recolectar firmas y dinero para una solicitada en la que denunciaban el secuestro y desaparición de sus hijos.
Estas tres mujeres fueron integrantes del grupo inicial de las Madres de Plaza de Mayo, junto a ellas estaban entre otras, las dos monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, que luego también correrían la misma suerte.
Según se sabe, las llevaron a la Escuela Mecánica de la Armada, las torturaron y a los pocos días las llevaron a un “vuelo de la muerte” arrojándolas al mar. Sus cuerpos fueron encontrados en las costas y enterrados como NN en el cementerio de General Lavalle.
La solicitada en la que trabajaban las tres mujeres fue publicada el 10 de diciembre de 1977 en el diario “La Nación”, rompiendo el muro de silencio que desde abril esas madres buscaban quebrar reuniéndose en Plaza de Mayo.
El encabezado de la solicitada decía: “Sólo pedimos la verdad” estaba dirigida al presidente, a los altos mandos de las fuerzas armadas, a las autoridades eclesiásticas y a la prensa, preguntando ¿Dónde están los desaparecidos? Fue acompañada por 2.500 firmas, entre las cuales se encontraba la de Gustavo Niño, un joven rubio que decía buscar a un hermano secuestrado en Mar del Plata. Éste joven no era otro que Alfredo Astiz, que hacía la inteligencia para los represores.
A treinta años de estos hechos, debemos rendir homenaje al valor y entereza de estas madres que entregaron su vida en la búsqueda de sus seres queridos, dejando una enseñanza de la que todos debíamos aprender para que nunca más se vuelvan a repetir, y que todos los involucrados en la represión de aquellos días sean castigados con todo el rigor de la ley, esa que ellos no les otorgaron a ellas y a sus hijos.
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