Nota de José (Pepe) Mujica en su Blog. Kirchner es pianta votos hasta en Uruguay.
24 de abril de 2009.
Le retruqué a Kirchner: “Destapá el puente”. Pero EL PAÍS ocultó lo que dije.
Sin comerla ni beberla, el viernes me ligué otra operación periodística destinada a agregar un trazo más a mi retrato del malo de la película. Ahora resulta que a Kirchner, por las de él, se le ocurrió mandar un saludo y dijo que ojalá gane Mujica. En cuanto me enteré, la agarré de sobre pique y declaré más o menos literalmente: “Si Kirchner quiere ayudar, que destape los puentes. Y además le digo que a los candidatos uruguayos los elegimos los uruguayos”.
¿Estuve bien? Creí que ahí se terminaba la historia, era truco, retruco y vamos a otra cosa. Eso fue el jueves de tarde.
El viernes de mañana EL PAÍS simuló creer que era un hecho importante y le dedicó dos grandes títulos, uno de ellos en primera página.
En cualquier lado hubiera sido una nota sobre los dos hechos: lo que dijo Kirchner y lo que dije yo. Pero no en EL PAÍS, donde los títulos y los textos están todos dedicados a la parte de Kirchner y el kirchnerismo y no hay una triste letra sobre mis declaraciones. ¡Qué vivos bárbaros! ¡Qué inteligentes! ¡Qué astuta manera de demoler la candidatura de Mujica! ¡Quién lo va a votar si aquí lo declaramos alcahuete de Kirchner, ídolo de los piqueteros argentinos, beneficiario de terribles apoyos del aparato peronista! Hace años se usaba decir que Uruguay tenía que importar giles porque los vivos se estaban quedando sin mercado.
EL PAÍS parece creer que ese proyecto es innecesario, porque los giles abundan entre sus muchos lectores. Se equivocan, sus lectores no se comen estas maniobras descaradas. Sólo se las perdonan porque las páginas de fútbol están buenas.
Vamos a aclarar:
1. Estoy tan caliente con Kirchner por lo del puente como casi todos los uruguayos con sangre en las venas.
2. Apoyé sin ninguna ambigüedad la firme postura de Tabaré en el asunto.
3. Si a EL PAÍS no le gusta mi candidatura, tiene mil maneras de criticarme sin necesidad de engañar a sus lectores.
Esto no es libertad de prensa, es libertinaje. Pero soy de los que opinan que es mejor el libertinaje de prensa que la más mínima restricción a sus derechos. Y lo seguiré pensando, por más que sigan ocurriendo cosas como estas.
Al fin de cuentas, esta maravilla de Internet nos permite igual hacer oír nuestra voz. Me dan ganas de hacer como el jugador de fútbol que está caliente, hace un gol y se lo grita a la hinchada contraria. Les gritaría: “¡Viva la explosión del conocimiento!, ¡viva la tecnología de Internet que me permite a mí, pobre chacarero, llegarle a mucha gente y cantarle las cuarenta al diario más poderoso de Uruguay!”.
Y media palabra sobre algunos actores políticos que se subieron al carro y se ruborizaron con lo de Kirchner: deberían recordar que yo no tengo la culpa de que me apoye Kirchner en la interna, así como los otros candidatos no tienen la culpa de que los apoye EL PAÍS.
P.D. El sábado, EL PAÍS reparó la omisión con un artículo generoso en espacio en el que daba cuenta de mi verdadera reacción a las palabras de Kirchner. Se valora, pero lo hecho hecho está. Por otra parte, el mismo sábado me dedican un editorial y me tratan de "complaciente mantenido de Néstor Kirchner". ¡Qué boquita!.
domingo, 26 de abril de 2009
miércoles, 15 de abril de 2009
El Último Hit de NK y sus Pingüinos
EL ÚLTIMO HIT DE NESTOR KIRCHNER Y SUS PINGÜINOS
Engañapichanga
Néstor Kirchner está a punto de darle el más grande abrazo del oso, y no del pingüino, a su señora esposa desde que ella asumió la Presidencia.
Por Alfredo Leuco 10.04.2009 22:29
Néstor Kirchner está a punto de darle el más grande abrazo del oso, y no del pingüino, a su señora esposa desde que ella asumió la Presidencia. Hace un par de semanas, con una ya clásica incontinencia verbal, el piquetero Emilio Pérsico instaló la génesis de la extorsión electoral en marcha: “Si perdemos le tiramos por la cabeza el gobierno a Julio Cobos”, dijo. Se supone que si, finalmente, el gobernador Daniel Scioli encabeza las listas bonaerenses del Frente para la Victoria como candidato a diputado (o secunda a Kirchner en ellas) habrán analizado qué hacer en caso de que esa boleta resulte derrotada. ¿Le “tirarán” la gobernación a Alberto Balestrini? Porque perder siempre es una posibilidad, en cualquier elección. ¿Qué pasaría en semejante caso? Entraríamos en un peligroso pantano institucional producto de lo que el constitucionalista Gregorio Badeni definió como “farsa institucional”, el propio Cobos como una “aberración” y Eduardo Duhalde como un “disparate total”.
Las malas noticias que le trajeron las encuestas parieron a un Kirchner en estado puro que quiere vaciar de contenido una elección legislativa de medio tiempo que debería ser tranquila y rutinaria. En un segundo transformó la República en una timba de jugador compulsivo. Los reflejos de Kirchner están intactos y son coherentes con su matriz autoritaria y mezquina de concentrar las ganancias y socializar las pérdidas.
Obliga a todos a que pongan el cuerpo, les pide más verticalismo y en ese mismo acto les dice sin decirlo: “Si me hundo, me los llevo puestos a todos”. Si ganan será el triunfo del proyecto del matrimonio Kirchner. Néstor será el padre de la victoria y Cristina, la madre, como si habláramos de Máximo y Florencia. Pero si la polarización extrema los perjudica, habrá sido un fracaso de todos sus actuales aliados.
Pero todavía no hay nada cerrado. Todo está en el laboratorio. Habrá que ver la magnitud de la rebeldía de algunos otrora incondicionales (como el eterno intendente de Tres de Febrero, Hugo Curto) que se niegan a ser candidatos a concejales. Un viejo caudillo peronista bonaerense definía la lealtad como “la decisión de acompañar al líder hasta el cementerio... pero nunca enterrarse con él”.
¿Cuáles son los dilemas de Néstor Kirchner? Si abandona la candidatura y deja a Daniel Scioli a la cabeza de la lista, la intención de voto sube y aumentan las posibilidades de que el Frente sea realmente para la Victoria. Scioli tiene mayor intención de voto, más imagen positiva y muchísima menos imagen negativa. Su apuesta al “optimismo dialoguista hacedor” le ha generado muy pocos rechazos. Daniel, en este aspecto, es casi la contracara de Néstor. Recoge simpatías y respeto hasta de sus posibles rivales electorales. En cambio, Néstor es un coleccionista de enemigos y despierta sentimientos revanchistas. El drama de Néstor es que si Daniel encabeza y gana, se convertirá automáticamente en el nuevo conductor de hecho del PJ, con todos los intendentes atrás bancando su candidatura presidencial. Scioli lo sabe y por eso analiza sin disgusto esta posibilidad.
No se trata solamente de lealtad u obsecuencia hacia Kirchner. Una derrota en la provincia de Buenos Aires (y en el país) dejaría colgado del pincel al gobierno de Cristina y también al provincial. Y eso Scioli también lo sabe.
La otra posibilidad, con Kirchner-Scioli a la cabeza como en 2003, tiene menos intención de voto: Néstor tira para abajo a Daniel y erosiona su buena imagen.
En caso de que las urnas les fueran favorables el 28-J, los Kirchner tendrían más aire para pilotear las fuertes tormentas económico-sociales que se avecinan.
No tan felices Pascuas está por pasar el matrimonio presidencial en El Calafate. Parece que la caja no está en orden.
Están tapados por pilas de encuestas, obsesionados por estas especulaciones del rompecabezas electoral.
Pero las demandas de gran parte de la sociedad van exactamente en sentido contrario y no hay que descartar que esto multiplique el voto castigo hacia todo oficialismo. La muerte de Raúl Alfonsín fue el catalizador que puso otra vez sobre la mesa las preocupaciones sobre la calidad institucional y la inmensa brecha entre el ciudadano común y la dirigencia política. Con su letal mordacidad, la revista Barcelona tituló: “Néstor Kirchner negó que fuera a morirse para mejorar su posición en las encuestas”.
Es que se va instalando, lenta pero inexorablemente, una sensación similar a la que se expresó con esa injusta consigna del “que se vayan todos”. Todos los partidos se igualan hacia abajo a la hora de ser irrespetuosos de las reglas del juego.
Las elecciones se cambian de fecha según la conveniencia del que las convoca. Los candidatos no cumplen sus mandatos y renuncian para ir a nuevas candidaturas o ni siquiera asumen y llegan al “éxtasis sincericida” de avisar de antemano que se someten a las urnas pero que no van a respetar el resultado porque se trata sólo de “candidaturas testimoniales”.
Todos los partidos tienen representantes que cambian de distrito como de camiseta y esas presuntas picardías que no llegan a delito se convierten en cachetadas a una ciudadanía que interpreta que “todo vale” y baja los brazos ante un sistema del que no participa ni valora. La malversación de los contratos electorales es una forma de corromper y degradar la palabra. Es la cultura del engañapichanga.
El vehículo que eligió Kirchner para anunciar esta movida –a través de CQC– habla por sí mismo. Es joda este invento que finge candidaturas como orgasmos.
Es tragicómica la manera en que la desconfianza de los argentinos hacia la democracia crece en forma geométrica. Cada día necesitamos más una restauración, aunque no conservadora sino democrática y republicana.
Una reforma electoral a fondo que prohíba todos esos atajos y truchadas electoraleras. Una forma de instalar la “tolerancia cero” a la violación constante del reglamento. Esta podría ser la piedra angular para un pacto refundador de la democracia que se realice después de los comicios y que permita el ingreso de aire puro, de credibilidad.
Gabriela Michetti y Martín Sabatella, parte de una nueva generación de políticos que se abrieron paso ofreciéndose como superadores de las viejas transas partidocráticas, deberían dar el ejemplo, volver sobre sus pasos y terminar los mandatos para los que fueron elegidos.
Y Felipe Solá tendría que renunciar a una banca conseguida en las listas kirchneristas con las que ahora confronta, para relegitimarse en las listas de la disidencia peronista. Aquellos que cumplan con la palabra empeñada y sean coherentes entre lo que dicen y lo que hacen serán reconocidos por la sociedad, más temprano que tarde. Se trataría de un camino más largo pero más sólido y hacia futuros liderazgos no tóxicos como el de Néstor Kirchner.
El patagónico se cansó de humillar y ningunear a Felipe Solá cuando éste fue gobernador. Intentó ridiculizarlo. Ya decía Perón que “el ridículo es el único lugar de donde no se vuelve” y Lenin, que “el enemigo ridiculizado es un enemigo muerto”. Escribas de Néstor se divertían descalificando a Solá como “Felipe es Felipe”. Ahora que el ex gobernador de Buenos Aires tomó otro rumbo, casi empujado por estas agresiones, para Kirchner “es un desertor que no tiene coraje” y Aníbal Fernández lo vuelve a chicanear como “Felipe II”.
En Córdoba pasó algo parecido, primero con Luis Juez y ahora con Juan Schiaretti. Es asombrosa la habilidad demostrada por Néstor para convertir en muy poco tiempo a un amigo leal de la transversalidad como el ex intendente de Córdoba en un enemigo acérrimo para toda la vida.
Ahora le reprochan al gobernador cordobés que haya elegido al flamante ex defensor del Pueblo, Eduardo Mondino, como candidato a senador. Florencio Randazzo tuvo que dar el paso de comedia: “Si el peronismo pierde, la culpa será de Schiaretti y Mondino”, dijo sin ponerse colorado. “No conozco a ese señor”, dijo recaliente Kirchner sobre Mondino.
El cordobés, al fin, retrucó con humor: “No me sorprende que no me conozca, si no conoce la Constitución”. Todo el mundo sabe en Córdoba que la irracional guerra que Néstor desató contra el campo logró que productores agropecuarios e intendentes que simpatizaban con el Gobierno nacional se hayan pasado a la oposición más cerrada y sientan repugnancia ante cualquier tufillo kirchnerista.
¿Quién será el mariscal de la derrota, entonces? Adivina, adivinador.
Exactamente lo mismo le pasó a Carlos Reutemann en Santa Fe. El senador no tiene un especial rechazo hacia los Kirchner. Pero no le quedó otro remedio que diferenciarse de ellos para conservar sus chances electorales y la alianza con sus pares agrarios.
En Mendoza se repite la historia por la condena al ostracismo al que sometieron al vicepresidente de la Nación.
El radicalismo, el cobismo y el felipismo cuyano se unieron para ganar las elecciones más por el espanto que les produce Kirchner que por el amor que se tienen.
Por eso los Kirchner han cosechado tantas negativas para correr con sus colores en la Ciudad de Buenos Aires.
Progresistas e inteligentes cuadros como Aníbal Ibarra, Daniel Filmus, Jorge Telerman y Rafael Bielsa han preferido no ir o ir mejor solos que mal acompañados. Néstor fue un gran constructor de poder político en su trepada de los dos primeros años. Y después de sacarse de encima la sombra que le hacía Roberto Lavagna, se transformó en un gran destructor de sus logros.
¿Cuál es el método de Kirchner para lograr semejantes milagros? Es una máquina de expulsar gente de su lado, incluso a sus amigos más cercanos. Alberto Fernández y Miguel Bonasso son los mejores ejemplos. A uno, Cristina no le dirige la palabra y al otro, por una suave disidencia política, le clavaron un puñal en la espalda de su historia.
El día que homenajearon a Héctor Cámpora en la Casa de Gobierno ni siquiera invitaron a Bonasso, seguramente quien más lo quería y con quien había trabajado estrechamente.
Así son los Kirchner y por eso han dilapidado tanto capital político. El rencor y la necesidad de someter al otro supera cualquier ideología. Por eso es falso el debate sobre si este gobierno es progresista o no. Este gobierno es kirchnerista.
Y el kirchnerismo es la etapa superior del resentimiento. Ahora es Graciela Ocaña la que está en el potro de tormentos, instancia previa a su salida del Gobierno.
Una de las funcionarias más honestas y progresistas que ha tenido la democracia desde su reinstauración fue abandonada a su suerte en el medio de la explosión del dengue.
Nunca antes el kirchnerismo había “entregado” un ministro o ministra a los senadores como lo hicieron con Ocaña. Antes, todos y todas habían sido “protegidos”. ¿Cuál fue el pecado de Ocaña? No levantar el pie del acelerador en su lucha contra la corrupción, pese a que Hugo Moyano le tiró el camión encima. Fue descarado lo que hicieron las fuentes gremiales esta semana.
Entre sus demandas para cuidar el empleo, metieron un reclamo de bolsillo: que Ocaña no centralice más las compras de medicamentos y que se les devuelvan 2.500 millones de pesos que son de todos los argentinos. Los medios de comunicación que edita Néstor Kirchner le dieron a Ocaña como en bolsa y, de paso, fogonearon la candidatura de Claudio Zin para reemplazarla.
Otra ministra con prestigio profesional como Débora Giorgi también es obligada a dejar jirones de su credibilidad en la defensa de lo indefendible: las cifras de la caída industrial del INDEK, ese Frankenstein cuyo autor intelectual es Néstor Kirchner y cuyo autor material es Guillermo Moreno. Los empresarios de la UIA bebieron de su propia medicina. Tantas veces aplaudieron en la primera fila los anuncios del Gobierno, tanto miraron para otro lado cuando algunos de sus pares eran atacados, tanto militaron en la conveniencia de su billetera más que en la convicción de los valores del capitalismo humanizado que ahora tienen que dar muchas explicaciones para despegarse del dispositivo kirchnerista.
Esta semana no hubo paro agropecuario ni cortes de ruta ni productores a la vera de los caminos. Ni siquiera hubo palabras duras en las declaraciones. La Mesa de Enlace se llamó casi a silencio. Sin embargo, Cristina, en lugar de aprovechar esa posibilidad los provocó dos veces. Primero les dijo, forzando la metáfora del Exodo jujeño, que los chacareros preferían incendiar la Patria con tal de defender su quintita ante el avance de un ejército enemigo. Después los calificó de patrones inescrupulosos que no hacen los aportes jubilatorios. Se nota que está abierta al diálogo y que rechaza los agravios.
Está claro que todo lo que tocó Kirchner lo contaminó de su impronta. Muchos políticos, intelectuales, periodistas, sindicalistas y empresarios, por presión o por goce, dejaron sus huellas y quedaron pegados a la complicidad. Se vienen días turbulentos. Carpetazos de los servicios nac&pop y valijas de Antonini, pero hay un final de época en marcha que está más allá de las elecciones.
Hay un esquema mental blindado con puño de hierro que se termina. La soberbia autoritaria entra en su crepúsculo. Parece atardecer pero, en realidad, amanece.
Que no es poco.
Engañapichanga
Néstor Kirchner está a punto de darle el más grande abrazo del oso, y no del pingüino, a su señora esposa desde que ella asumió la Presidencia.
Por Alfredo Leuco 10.04.2009 22:29
Néstor Kirchner está a punto de darle el más grande abrazo del oso, y no del pingüino, a su señora esposa desde que ella asumió la Presidencia. Hace un par de semanas, con una ya clásica incontinencia verbal, el piquetero Emilio Pérsico instaló la génesis de la extorsión electoral en marcha: “Si perdemos le tiramos por la cabeza el gobierno a Julio Cobos”, dijo. Se supone que si, finalmente, el gobernador Daniel Scioli encabeza las listas bonaerenses del Frente para la Victoria como candidato a diputado (o secunda a Kirchner en ellas) habrán analizado qué hacer en caso de que esa boleta resulte derrotada. ¿Le “tirarán” la gobernación a Alberto Balestrini? Porque perder siempre es una posibilidad, en cualquier elección. ¿Qué pasaría en semejante caso? Entraríamos en un peligroso pantano institucional producto de lo que el constitucionalista Gregorio Badeni definió como “farsa institucional”, el propio Cobos como una “aberración” y Eduardo Duhalde como un “disparate total”.
Las malas noticias que le trajeron las encuestas parieron a un Kirchner en estado puro que quiere vaciar de contenido una elección legislativa de medio tiempo que debería ser tranquila y rutinaria. En un segundo transformó la República en una timba de jugador compulsivo. Los reflejos de Kirchner están intactos y son coherentes con su matriz autoritaria y mezquina de concentrar las ganancias y socializar las pérdidas.
Obliga a todos a que pongan el cuerpo, les pide más verticalismo y en ese mismo acto les dice sin decirlo: “Si me hundo, me los llevo puestos a todos”. Si ganan será el triunfo del proyecto del matrimonio Kirchner. Néstor será el padre de la victoria y Cristina, la madre, como si habláramos de Máximo y Florencia. Pero si la polarización extrema los perjudica, habrá sido un fracaso de todos sus actuales aliados.
Pero todavía no hay nada cerrado. Todo está en el laboratorio. Habrá que ver la magnitud de la rebeldía de algunos otrora incondicionales (como el eterno intendente de Tres de Febrero, Hugo Curto) que se niegan a ser candidatos a concejales. Un viejo caudillo peronista bonaerense definía la lealtad como “la decisión de acompañar al líder hasta el cementerio... pero nunca enterrarse con él”.
¿Cuáles son los dilemas de Néstor Kirchner? Si abandona la candidatura y deja a Daniel Scioli a la cabeza de la lista, la intención de voto sube y aumentan las posibilidades de que el Frente sea realmente para la Victoria. Scioli tiene mayor intención de voto, más imagen positiva y muchísima menos imagen negativa. Su apuesta al “optimismo dialoguista hacedor” le ha generado muy pocos rechazos. Daniel, en este aspecto, es casi la contracara de Néstor. Recoge simpatías y respeto hasta de sus posibles rivales electorales. En cambio, Néstor es un coleccionista de enemigos y despierta sentimientos revanchistas. El drama de Néstor es que si Daniel encabeza y gana, se convertirá automáticamente en el nuevo conductor de hecho del PJ, con todos los intendentes atrás bancando su candidatura presidencial. Scioli lo sabe y por eso analiza sin disgusto esta posibilidad.
No se trata solamente de lealtad u obsecuencia hacia Kirchner. Una derrota en la provincia de Buenos Aires (y en el país) dejaría colgado del pincel al gobierno de Cristina y también al provincial. Y eso Scioli también lo sabe.
La otra posibilidad, con Kirchner-Scioli a la cabeza como en 2003, tiene menos intención de voto: Néstor tira para abajo a Daniel y erosiona su buena imagen.
En caso de que las urnas les fueran favorables el 28-J, los Kirchner tendrían más aire para pilotear las fuertes tormentas económico-sociales que se avecinan.
No tan felices Pascuas está por pasar el matrimonio presidencial en El Calafate. Parece que la caja no está en orden.
Están tapados por pilas de encuestas, obsesionados por estas especulaciones del rompecabezas electoral.
Pero las demandas de gran parte de la sociedad van exactamente en sentido contrario y no hay que descartar que esto multiplique el voto castigo hacia todo oficialismo. La muerte de Raúl Alfonsín fue el catalizador que puso otra vez sobre la mesa las preocupaciones sobre la calidad institucional y la inmensa brecha entre el ciudadano común y la dirigencia política. Con su letal mordacidad, la revista Barcelona tituló: “Néstor Kirchner negó que fuera a morirse para mejorar su posición en las encuestas”.
Es que se va instalando, lenta pero inexorablemente, una sensación similar a la que se expresó con esa injusta consigna del “que se vayan todos”. Todos los partidos se igualan hacia abajo a la hora de ser irrespetuosos de las reglas del juego.
Las elecciones se cambian de fecha según la conveniencia del que las convoca. Los candidatos no cumplen sus mandatos y renuncian para ir a nuevas candidaturas o ni siquiera asumen y llegan al “éxtasis sincericida” de avisar de antemano que se someten a las urnas pero que no van a respetar el resultado porque se trata sólo de “candidaturas testimoniales”.
Todos los partidos tienen representantes que cambian de distrito como de camiseta y esas presuntas picardías que no llegan a delito se convierten en cachetadas a una ciudadanía que interpreta que “todo vale” y baja los brazos ante un sistema del que no participa ni valora. La malversación de los contratos electorales es una forma de corromper y degradar la palabra. Es la cultura del engañapichanga.
El vehículo que eligió Kirchner para anunciar esta movida –a través de CQC– habla por sí mismo. Es joda este invento que finge candidaturas como orgasmos.
Es tragicómica la manera en que la desconfianza de los argentinos hacia la democracia crece en forma geométrica. Cada día necesitamos más una restauración, aunque no conservadora sino democrática y republicana.
Una reforma electoral a fondo que prohíba todos esos atajos y truchadas electoraleras. Una forma de instalar la “tolerancia cero” a la violación constante del reglamento. Esta podría ser la piedra angular para un pacto refundador de la democracia que se realice después de los comicios y que permita el ingreso de aire puro, de credibilidad.
Gabriela Michetti y Martín Sabatella, parte de una nueva generación de políticos que se abrieron paso ofreciéndose como superadores de las viejas transas partidocráticas, deberían dar el ejemplo, volver sobre sus pasos y terminar los mandatos para los que fueron elegidos.
Y Felipe Solá tendría que renunciar a una banca conseguida en las listas kirchneristas con las que ahora confronta, para relegitimarse en las listas de la disidencia peronista. Aquellos que cumplan con la palabra empeñada y sean coherentes entre lo que dicen y lo que hacen serán reconocidos por la sociedad, más temprano que tarde. Se trataría de un camino más largo pero más sólido y hacia futuros liderazgos no tóxicos como el de Néstor Kirchner.
El patagónico se cansó de humillar y ningunear a Felipe Solá cuando éste fue gobernador. Intentó ridiculizarlo. Ya decía Perón que “el ridículo es el único lugar de donde no se vuelve” y Lenin, que “el enemigo ridiculizado es un enemigo muerto”. Escribas de Néstor se divertían descalificando a Solá como “Felipe es Felipe”. Ahora que el ex gobernador de Buenos Aires tomó otro rumbo, casi empujado por estas agresiones, para Kirchner “es un desertor que no tiene coraje” y Aníbal Fernández lo vuelve a chicanear como “Felipe II”.
En Córdoba pasó algo parecido, primero con Luis Juez y ahora con Juan Schiaretti. Es asombrosa la habilidad demostrada por Néstor para convertir en muy poco tiempo a un amigo leal de la transversalidad como el ex intendente de Córdoba en un enemigo acérrimo para toda la vida.
Ahora le reprochan al gobernador cordobés que haya elegido al flamante ex defensor del Pueblo, Eduardo Mondino, como candidato a senador. Florencio Randazzo tuvo que dar el paso de comedia: “Si el peronismo pierde, la culpa será de Schiaretti y Mondino”, dijo sin ponerse colorado. “No conozco a ese señor”, dijo recaliente Kirchner sobre Mondino.
El cordobés, al fin, retrucó con humor: “No me sorprende que no me conozca, si no conoce la Constitución”. Todo el mundo sabe en Córdoba que la irracional guerra que Néstor desató contra el campo logró que productores agropecuarios e intendentes que simpatizaban con el Gobierno nacional se hayan pasado a la oposición más cerrada y sientan repugnancia ante cualquier tufillo kirchnerista.
¿Quién será el mariscal de la derrota, entonces? Adivina, adivinador.
Exactamente lo mismo le pasó a Carlos Reutemann en Santa Fe. El senador no tiene un especial rechazo hacia los Kirchner. Pero no le quedó otro remedio que diferenciarse de ellos para conservar sus chances electorales y la alianza con sus pares agrarios.
En Mendoza se repite la historia por la condena al ostracismo al que sometieron al vicepresidente de la Nación.
El radicalismo, el cobismo y el felipismo cuyano se unieron para ganar las elecciones más por el espanto que les produce Kirchner que por el amor que se tienen.
Por eso los Kirchner han cosechado tantas negativas para correr con sus colores en la Ciudad de Buenos Aires.
Progresistas e inteligentes cuadros como Aníbal Ibarra, Daniel Filmus, Jorge Telerman y Rafael Bielsa han preferido no ir o ir mejor solos que mal acompañados. Néstor fue un gran constructor de poder político en su trepada de los dos primeros años. Y después de sacarse de encima la sombra que le hacía Roberto Lavagna, se transformó en un gran destructor de sus logros.
¿Cuál es el método de Kirchner para lograr semejantes milagros? Es una máquina de expulsar gente de su lado, incluso a sus amigos más cercanos. Alberto Fernández y Miguel Bonasso son los mejores ejemplos. A uno, Cristina no le dirige la palabra y al otro, por una suave disidencia política, le clavaron un puñal en la espalda de su historia.
El día que homenajearon a Héctor Cámpora en la Casa de Gobierno ni siquiera invitaron a Bonasso, seguramente quien más lo quería y con quien había trabajado estrechamente.
Así son los Kirchner y por eso han dilapidado tanto capital político. El rencor y la necesidad de someter al otro supera cualquier ideología. Por eso es falso el debate sobre si este gobierno es progresista o no. Este gobierno es kirchnerista.
Y el kirchnerismo es la etapa superior del resentimiento. Ahora es Graciela Ocaña la que está en el potro de tormentos, instancia previa a su salida del Gobierno.
Una de las funcionarias más honestas y progresistas que ha tenido la democracia desde su reinstauración fue abandonada a su suerte en el medio de la explosión del dengue.
Nunca antes el kirchnerismo había “entregado” un ministro o ministra a los senadores como lo hicieron con Ocaña. Antes, todos y todas habían sido “protegidos”. ¿Cuál fue el pecado de Ocaña? No levantar el pie del acelerador en su lucha contra la corrupción, pese a que Hugo Moyano le tiró el camión encima. Fue descarado lo que hicieron las fuentes gremiales esta semana.
Entre sus demandas para cuidar el empleo, metieron un reclamo de bolsillo: que Ocaña no centralice más las compras de medicamentos y que se les devuelvan 2.500 millones de pesos que son de todos los argentinos. Los medios de comunicación que edita Néstor Kirchner le dieron a Ocaña como en bolsa y, de paso, fogonearon la candidatura de Claudio Zin para reemplazarla.
Otra ministra con prestigio profesional como Débora Giorgi también es obligada a dejar jirones de su credibilidad en la defensa de lo indefendible: las cifras de la caída industrial del INDEK, ese Frankenstein cuyo autor intelectual es Néstor Kirchner y cuyo autor material es Guillermo Moreno. Los empresarios de la UIA bebieron de su propia medicina. Tantas veces aplaudieron en la primera fila los anuncios del Gobierno, tanto miraron para otro lado cuando algunos de sus pares eran atacados, tanto militaron en la conveniencia de su billetera más que en la convicción de los valores del capitalismo humanizado que ahora tienen que dar muchas explicaciones para despegarse del dispositivo kirchnerista.
Esta semana no hubo paro agropecuario ni cortes de ruta ni productores a la vera de los caminos. Ni siquiera hubo palabras duras en las declaraciones. La Mesa de Enlace se llamó casi a silencio. Sin embargo, Cristina, en lugar de aprovechar esa posibilidad los provocó dos veces. Primero les dijo, forzando la metáfora del Exodo jujeño, que los chacareros preferían incendiar la Patria con tal de defender su quintita ante el avance de un ejército enemigo. Después los calificó de patrones inescrupulosos que no hacen los aportes jubilatorios. Se nota que está abierta al diálogo y que rechaza los agravios.
Está claro que todo lo que tocó Kirchner lo contaminó de su impronta. Muchos políticos, intelectuales, periodistas, sindicalistas y empresarios, por presión o por goce, dejaron sus huellas y quedaron pegados a la complicidad. Se vienen días turbulentos. Carpetazos de los servicios nac&pop y valijas de Antonini, pero hay un final de época en marcha que está más allá de las elecciones.
Hay un esquema mental blindado con puño de hierro que se termina. La soberbia autoritaria entra en su crepúsculo. Parece atardecer pero, en realidad, amanece.
Que no es poco.
martes, 14 de abril de 2009
¿A quienes votamos?
Cuando vemos como se maneja la política o los políticos en nuestro país, comprendemos del porqué de la poca o nula importancia que se le da a la educación. Todo es banal, desde la televisión y los medios nos han manejado como corderos al matadero, no informan desinforman y todo eso aprovechado gracias a los gobiernos que han sumido a la sociedad en la más brutal ignorancia. Así es que todo vale.
Gabriela Michetti no hace mucho se postuló para vise-jefa de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la votaron para eso, la sociedad creyó en ella y le dio esa responsabilidad. Pero evidentemente su responsabilidad no es con el votante sino con su partido y como a éste le conviene, ahora se postulará para diputada ¿Quién garantiza que de ser elegida cumpla el mandato?
Lo de Felipe Solá es algo parecido, tiene mandato por el cual lo votaron hasta el 2011, renunciará para que otro peronista tome su lugar y se postula para una nueva candidatura para el mismo puesto que no es seguro, que si lo votan, concluya. ¿Es joda no?
Otro caso es el de Martín Sabbatella que sabiendo que no concluiría su mandato de Intendente de Morón, se postuló por tercera ves y fue votado por amplia mayoría de ciudadanos. Ahora dice que quiere extender lo hecho en esa ciudad a otro nivel y que renunciará. Es loable su intención, además sería bueno que su manera de gestionar pudiera expandirse a lo provincial y nacional ¿pero no sería mejor que esperara al 2011 o que no se hubiera hecho reelegir? ¿No sería más ético?
Lo de Scioli y de los intendentes que piensan postularse para concejales y luego renunciar para seguir en sus mandatos ya es aberrante. Convertir una elección legislativa en una burda mentira es lo único que le faltaba al peronismo. Puede ser legal, pero esa legalidad se da de patadas con la ética y con la democracia que la mayoría de los ciudadanos pensantes queremos.
¿Seremos tan ignorantes como para votar semejante fraude? Si esto se da y este todo terreno (Scioli) se postula y gana las elecciones es como para “irse y el último que apague la luz”.
Los que están de acuerdo con este zafarrancho, dirán que no son ignorantes y que lo hacen para defender el modelo. Les pregunto ¿si para defender el modelo tienen que hacer este tipo de cosas, no será que el mismo no es tan bueno? ¿Si por las vías normales la gente no los vota no será por algo?
El otro tema que debe preocupar es el control de los comicios, estos tipos son capaces de cualquier cosa y no es raro que en los cuartos oscuros falten boletas de todos menos de ellos, por eso todos deberíamos ser fiscales aunque nos perdamos el asadito del domingo y aunque no militemos en ningún partido político, debería tomarse como un deber cívico. El que gane, que lo haga, pero por derecha.
Eduardo.
Gabriela Michetti no hace mucho se postuló para vise-jefa de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la votaron para eso, la sociedad creyó en ella y le dio esa responsabilidad. Pero evidentemente su responsabilidad no es con el votante sino con su partido y como a éste le conviene, ahora se postulará para diputada ¿Quién garantiza que de ser elegida cumpla el mandato?
Lo de Felipe Solá es algo parecido, tiene mandato por el cual lo votaron hasta el 2011, renunciará para que otro peronista tome su lugar y se postula para una nueva candidatura para el mismo puesto que no es seguro, que si lo votan, concluya. ¿Es joda no?
Otro caso es el de Martín Sabbatella que sabiendo que no concluiría su mandato de Intendente de Morón, se postuló por tercera ves y fue votado por amplia mayoría de ciudadanos. Ahora dice que quiere extender lo hecho en esa ciudad a otro nivel y que renunciará. Es loable su intención, además sería bueno que su manera de gestionar pudiera expandirse a lo provincial y nacional ¿pero no sería mejor que esperara al 2011 o que no se hubiera hecho reelegir? ¿No sería más ético?
Lo de Scioli y de los intendentes que piensan postularse para concejales y luego renunciar para seguir en sus mandatos ya es aberrante. Convertir una elección legislativa en una burda mentira es lo único que le faltaba al peronismo. Puede ser legal, pero esa legalidad se da de patadas con la ética y con la democracia que la mayoría de los ciudadanos pensantes queremos.
¿Seremos tan ignorantes como para votar semejante fraude? Si esto se da y este todo terreno (Scioli) se postula y gana las elecciones es como para “irse y el último que apague la luz”.
Los que están de acuerdo con este zafarrancho, dirán que no son ignorantes y que lo hacen para defender el modelo. Les pregunto ¿si para defender el modelo tienen que hacer este tipo de cosas, no será que el mismo no es tan bueno? ¿Si por las vías normales la gente no los vota no será por algo?
El otro tema que debe preocupar es el control de los comicios, estos tipos son capaces de cualquier cosa y no es raro que en los cuartos oscuros falten boletas de todos menos de ellos, por eso todos deberíamos ser fiscales aunque nos perdamos el asadito del domingo y aunque no militemos en ningún partido político, debería tomarse como un deber cívico. El que gane, que lo haga, pero por derecha.
Eduardo.
martes, 7 de abril de 2009
Conflicto Agro-Gobierno
CONFLICTO AGRO-GOBIERNO
La dinámica del desencuentro Por Eduardo Macaluse 03.04.2009 23:42
El conflicto agrario va a una vía muerta si se pretende resolverlo por pulseada, como desde hace un año. Como en las películas de Rocky los dos boxeadores están exhaustos, pero siguen golpeándose. Puede que uno gane. Las consecuencias de los golpes las sufren ambos.
El Gobierno, advertido de la falla de cálculo en la 125, hizo una épica de un error administrativo. Embistió contra chacareros de unas pocas hectáreas a los que empujó en brazos de la CRA y la SRA.
Vio allí a una oligarquía que no encontró en empresas petroleras, banqueros, industrias mineras, zares del juego, megaconstructores, empresarios del transporte y hasta en las mismas exportadoras de cereales. Con éstos cerró acuerdos y estableció subsidios multimillonarios que constituyen un saqueo y un obstáculo para distribuir con justicia la riqueza. Después de seis años de crecimiento de la economía hay un tercio de la población en la pobreza, un 10% está en la indigencia, las economías regionales no se recuperan.
Lo más inteligente hubiera sido desagregar del conflicto con estímulos económicos y rebajas al 80% de los productores. Eso permitía recaudar el 80% del dinero en juego y dejar a los grupos más concentrados del sector solos en la confrontación. Pero las medidas no llegaron o llegaron tarde y mezquinadas: un pucho caído en la alfombra se apaga en el momento con un vaso de agua. Tres horas después un barril es insuficiente.
Los ruralistas obran azuzados por la bronca de abajo, la voracidad electoral opositora e indisimulables acuerdos de una porción del establishment. Mordieron la banquina institucional en un juego del que es difícil bajarse. Imaginaron dos objetivos simultáneamente imposibles: alinearse electoralmente con la oposición para lijar al Gobierno y conseguir con ese mismo Gobierno un acuerdo razonable.
Una parte de la dirigencia opositora encontró en el paisaje bucólico un motivo para revivir y adelantó el reloj electoral. Sólo así pueden explicarse sus furiosas reacciones frente a cada posibilidad de encauzar el diálogo.
Lanzado a rodar, el desencuentro tiene su propia dinámica contagiosa: un tiempo después nadie recuerda quién tiró la primera piedra. Así vimos expresiones de violencia verbal y física inaceptables. El Gobierno aduce que nunca se había exportado más que en estos años. Que el tipo de cambio perjudica a la mayoría de los argentinos pero beneficia a los exportadores. Que los que tienen más tienen que contribuir, que es poco solidario cortar las rutas cuando se tienen ingresos que superan largamente a los de los más desposeídos.
Y tiene razón. También tienen razón los productores cuando dicen que no se entiende cómo es la producción agraria, que no se los escucha y que se les ha mentido reiteradamente. Como en las tragedias griegas todos tienen razón. O todos tienen razones. Sin advertir que el futuro está inscripto en el pasado. De ahí las dificultades para cerrar el conflicto. ¿Cómo explica el Gobierno a los propios que acuerda con una oligarquía voraz? ¿Cómo explican los productores que han acordado con un Gobierno que les va a mentir? ¿Cómo evita la mesa de enlace que la oposición le cobre ante sus bases lo que tengan que resignar para llegar a un acuerdo?
A un año del conflicto, el resultado es negativo para casi todos. El Gobierno sufrió una durísima derrota política. Los productores soportan un castigo económico. El Estado perdió la posibilidad de recaudar, mejorar la producción y llegar a otros mercados. Sólo gana una franja de la oposición, que recoge los votos que perdió el Gobierno y por eso prefiere golpear en la herida a resolver el conflicto. Esto ocurre en una sociedad angustiada por la incertidumbre, hastiada del conflicto y aturdida por enormes problemas más graves como el hambre, el desempleo y las carencias en la salud pública.
A esta altura, la única salida posible es a la vez la más justa y razonable: sacar el tema de la agenda electoral y formar un consenso amplio sobre la base de los puntos comunes que tienen los proyectos oficialistas y opositores: preservar la recaudación estatal, segmentar las retenciones aliviando al pequeño y mediano productor; y abordar el conjunto de la agenda agropecuaria.
La vía del consenso tiene la ventaja adicional de generar un horizonte previsible para los productores. El bloque del Sí procura esta salida.
Sabremos así si tenemos dirigentes con visión de Estado, o caciques que sacrifican en el altar de las urnas la posibilidad de un acuerdo en un área estratégica.
*Diputado nacional por Solidaridad e Igualdad.
La dinámica del desencuentro Por Eduardo Macaluse 03.04.2009 23:42
El conflicto agrario va a una vía muerta si se pretende resolverlo por pulseada, como desde hace un año. Como en las películas de Rocky los dos boxeadores están exhaustos, pero siguen golpeándose. Puede que uno gane. Las consecuencias de los golpes las sufren ambos.
El Gobierno, advertido de la falla de cálculo en la 125, hizo una épica de un error administrativo. Embistió contra chacareros de unas pocas hectáreas a los que empujó en brazos de la CRA y la SRA.
Vio allí a una oligarquía que no encontró en empresas petroleras, banqueros, industrias mineras, zares del juego, megaconstructores, empresarios del transporte y hasta en las mismas exportadoras de cereales. Con éstos cerró acuerdos y estableció subsidios multimillonarios que constituyen un saqueo y un obstáculo para distribuir con justicia la riqueza. Después de seis años de crecimiento de la economía hay un tercio de la población en la pobreza, un 10% está en la indigencia, las economías regionales no se recuperan.
Lo más inteligente hubiera sido desagregar del conflicto con estímulos económicos y rebajas al 80% de los productores. Eso permitía recaudar el 80% del dinero en juego y dejar a los grupos más concentrados del sector solos en la confrontación. Pero las medidas no llegaron o llegaron tarde y mezquinadas: un pucho caído en la alfombra se apaga en el momento con un vaso de agua. Tres horas después un barril es insuficiente.
Los ruralistas obran azuzados por la bronca de abajo, la voracidad electoral opositora e indisimulables acuerdos de una porción del establishment. Mordieron la banquina institucional en un juego del que es difícil bajarse. Imaginaron dos objetivos simultáneamente imposibles: alinearse electoralmente con la oposición para lijar al Gobierno y conseguir con ese mismo Gobierno un acuerdo razonable.
Una parte de la dirigencia opositora encontró en el paisaje bucólico un motivo para revivir y adelantó el reloj electoral. Sólo así pueden explicarse sus furiosas reacciones frente a cada posibilidad de encauzar el diálogo.
Lanzado a rodar, el desencuentro tiene su propia dinámica contagiosa: un tiempo después nadie recuerda quién tiró la primera piedra. Así vimos expresiones de violencia verbal y física inaceptables. El Gobierno aduce que nunca se había exportado más que en estos años. Que el tipo de cambio perjudica a la mayoría de los argentinos pero beneficia a los exportadores. Que los que tienen más tienen que contribuir, que es poco solidario cortar las rutas cuando se tienen ingresos que superan largamente a los de los más desposeídos.
Y tiene razón. También tienen razón los productores cuando dicen que no se entiende cómo es la producción agraria, que no se los escucha y que se les ha mentido reiteradamente. Como en las tragedias griegas todos tienen razón. O todos tienen razones. Sin advertir que el futuro está inscripto en el pasado. De ahí las dificultades para cerrar el conflicto. ¿Cómo explica el Gobierno a los propios que acuerda con una oligarquía voraz? ¿Cómo explican los productores que han acordado con un Gobierno que les va a mentir? ¿Cómo evita la mesa de enlace que la oposición le cobre ante sus bases lo que tengan que resignar para llegar a un acuerdo?
A un año del conflicto, el resultado es negativo para casi todos. El Gobierno sufrió una durísima derrota política. Los productores soportan un castigo económico. El Estado perdió la posibilidad de recaudar, mejorar la producción y llegar a otros mercados. Sólo gana una franja de la oposición, que recoge los votos que perdió el Gobierno y por eso prefiere golpear en la herida a resolver el conflicto. Esto ocurre en una sociedad angustiada por la incertidumbre, hastiada del conflicto y aturdida por enormes problemas más graves como el hambre, el desempleo y las carencias en la salud pública.
A esta altura, la única salida posible es a la vez la más justa y razonable: sacar el tema de la agenda electoral y formar un consenso amplio sobre la base de los puntos comunes que tienen los proyectos oficialistas y opositores: preservar la recaudación estatal, segmentar las retenciones aliviando al pequeño y mediano productor; y abordar el conjunto de la agenda agropecuaria.
La vía del consenso tiene la ventaja adicional de generar un horizonte previsible para los productores. El bloque del Sí procura esta salida.
Sabremos así si tenemos dirigentes con visión de Estado, o caciques que sacrifican en el altar de las urnas la posibilidad de un acuerdo en un área estratégica.
*Diputado nacional por Solidaridad e Igualdad.
El Progresismo se Reune
Siguiendo con nuestro intento de unificar las expresiones de centro izquierda progresistas y fuera de toda estructura partidaria, luego de nuestro alejamiento del Encuentro por la Democracia y la Equidad, en la cual militamos desde hace más de tres años, logramos concretar una reunión en nuestro salón con los representantes del FRAL (comunistas y humanistas) con los del SI (Solidaridad e Igualdad) unificados con el partido Socialista Auténtico (Proyecto Sur).
Se realizó un ameno encuentro por más de tres horas, donde se habló de la situación política actual, tanto a nivel regional, nacional, provincial y local, limando algunas diferencias de visión (principalmente en lo nacional), pero en definitiva logrando un amplio consenso en términos generales.
Se llegó al consenso de realizar una nueva reunión el día sábado 11 en lugar y hora a designar, pera tratar temas puntuales del quehacer local e intentar unificar los proyectos de cara a las próximas elecciones aunque por razones de pertenencias tengan que presentarse en listas separadas. Lo que dejaría abierta la puerta para seguir trabajando con miras a una unificación local luego de la compulsa electoral.
Si logramos unificar en el futuro a todas las fuerzas progresistas locales, alejadas de los caudillos que lo único que han hecho hasta ahora es, por sus propias veleidades, dispersar los votos y cuidar su pequeña quintita, lograremos un inmenso avance en la construcción de un espacio que en nuestra ciudad no existe y es la única manera de operar el cambio que las clases menos pudientes necesitan para lograr su integración y desarrollo.
Eduardo Montarcé
Se realizó un ameno encuentro por más de tres horas, donde se habló de la situación política actual, tanto a nivel regional, nacional, provincial y local, limando algunas diferencias de visión (principalmente en lo nacional), pero en definitiva logrando un amplio consenso en términos generales.
Se llegó al consenso de realizar una nueva reunión el día sábado 11 en lugar y hora a designar, pera tratar temas puntuales del quehacer local e intentar unificar los proyectos de cara a las próximas elecciones aunque por razones de pertenencias tengan que presentarse en listas separadas. Lo que dejaría abierta la puerta para seguir trabajando con miras a una unificación local luego de la compulsa electoral.
Si logramos unificar en el futuro a todas las fuerzas progresistas locales, alejadas de los caudillos que lo único que han hecho hasta ahora es, por sus propias veleidades, dispersar los votos y cuidar su pequeña quintita, lograremos un inmenso avance en la construcción de un espacio que en nuestra ciudad no existe y es la única manera de operar el cambio que las clases menos pudientes necesitan para lograr su integración y desarrollo.
Eduardo Montarcé
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