lunes, 16 de diciembre de 2013

DÉCADA GANADA EN DESORDEN

Cuando desde la más alta magistratura se fogonea y avala el corte de un puente internacional por extenso tiempo; cuando se permiten cortes de calles por grupos de personas que lo hacen por cualquier tipo de reclamo sectorial; cuando se admite tomar y destruir una comisaría o cualquier oficina pública; cuando la policía encargada de velar por la seguridad y el orden no pueden acceder a ciertos barrios porque son atacados por sus pobladores sin que se les permita defenderse; cuando cualquier individuo o grupos pueden destruir el patrimonio público sin consecuencia punitorias; cuando los delincuentes se han apoderado de las calles y las personas honestas deben permanecer tras rejas de contención y con todo tipo de cuidados para no ser robados y maltratados; cuando los traficantes de drogas peligrosas viven en mansiones suntuosas y viajan en autos de lujo, mientras los trabajadores ganan sueldos de supervivencia; no se puede esperar otra cosa que lo sucedido recientemente con los robos masivos y saqueos generalizados.
El gobierno y gran parte de nuestra dirigencia política confunde lo que es “orden” con “represión” y coloca los derechos de quienes protestan o delinquen sobre los derechos de quienes pacíficamente, solo quieren trabajar, vivir en paz y con tranquilidad. Cuando los derechos de la mayoría son pisoteados por una minoría o sectores, que al margen de la ley reclaman y el Estado no ordena (por orden) esos reclamos, se produce el descontrol y la anarquía.
Cuando la Señora presidente dice que el interés de los amotinados (policías y algún otro sector) es tratar que la población ciudadana crea que no se puede vivir en democracia y que es mejor otro sistema como el vivido en los 80, tiene razón, no porque sea el motivo primero de las fuerzas policiales sino porque con el correr de estos últimos treinta años la dirigencia política ha demostrado su incapacidad para combatir el delito y el desorden público. Cualquiera puede hacer lo que quiera impunemente, desde los más altos cargos hasta las hordas de jóvenes que roban y saquean en los barrios periféricos a las familias más desprotegidas.
Los vendedores de estupefacientes pululan libremente por todos lados, no hay barrio que no tenga dos o más lugares donde se venda y quienes deben reprimir o controlar este delito, actúan mal, fuera de tiempo y muchas veces con complicidad.
Para agravar la situación y el enojo de los ciudadanos, vemos como nuestra presidente baila y toca el tambor mientras en el país morían más de una docena de personas. Y para no ser menos el ministro de seguridad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hacía abrir la cancha de Boca y jugaba un “picadito” con otros funcionarios importantes, mientras la hinchada y la chusma de ese club destruía el micro centro de la ciudad de la cual ellos son responsables.
Por lo expuesto, no nos debe extrañar, que no bien se retira la fuerza pública de su tarea los delincuentes (que son muchos más de lo que se cree) salgan a cometer sus desmanes y lo hagan con bastante organización. Es su forma de vida, de la misma manera que los trabajadores se organizan para defender sus derechos, ellos lo hacen par cometer sus ilícitos.
Lo que la Señora presidente debe tener bien en claro es que a pesar de todo lo que expongo aquí y por más que se esfuercen los minúsculos sectores que quieren regresar a una dictadura, la gran mayoría de los ciudadanos sabemos que por mala que sea esta democracia es infinitamente mejor que aquella y defenderemos como podamos y desde nuestro lugar esta forma de gobierno conseguida con mucho esfuerzo y sangre.

Pero deben entender nuestros gobernantes que “orden” no es lo mismo que “represión” y actuar contra los revoltosos de forma enérgica no es otra cosa que restituir la paz social.   

viernes, 8 de noviembre de 2013

¿VIVIMOS EN UNA VERDADERA DEMOCRACIA?

La democracia no es solo votar, también es participación ciudadana. Es la construcción de partidos políticos donde sus dirigentes sean elegidos por sus afiliados y adherentes. Pero eso no se da, y los ciudadanos vemos con bronca y estupor como quienes se llenan la boca hablando del cambio en la política, de inclusión y participación ciudadana, cuando llega el momento de las candidaturas (las que deberían ser el reflejo de elecciones internas) se reúnen entre cúpulas que nadie o muy pocos eligieron para conformar las mismas y bajan líneas que los militantes (afiliados y adherentes) tienen que acatar sin poner reparo alguno.
Hay honrosas excepciones, como es el de las elecciones internas hechas por el FAP marplatense y UNEN en Capital Federal.
Esto mucho más se complica cuando de las más altas esferas del gobierno se advierte que si pierden la elección legislativa y no conservan la mayoría parlamentaria se atenta contra la democracia.
Esto es una barbaridad. La Constitución que es sabia determina la división de poderes y uno de ellos es el Poder Legislativo. Decir que no se puede gobernar si no se tiene mayoría parlamentaria y que eso atentaría contra la democracia es ignorar lo que es “democracia” y esas aseveraciones en si mismas son un atentado contra ella.
La democracia no debería ser una enunciación vacía, debería ser una práctica común y constante de todos y cada uno de los ciudadanos del país.
En un gobierno elegido en elecciones libres que se diga que el Congreso puede ser un impedimento para gobernar, es darles la razón a los gobiernos dictatoriales o de facto.
Si para realizar un buen gobierno se necesita un Congreso adicto ¿para qué sirve? ¿Para escribanía del Poder Ejecutivo?
Para eso que reformen la Constitución y que lo anulen, así quedan solo dos poderes y nos ahorramos los enormes gastos que nos infringe.
La mayoría de nuestros políticos han perdido el rumbo, se creen los dueños de nuestras vidas y nuestros bienes. Se dirigen al ciudadano como si le estuvieran hablando a enfermos mentales. Mienten descaradamente.
La palabra de un político vale menos que nada, ayer era liberal, hoy es de izquierda y mañana no se puede saber que será, pero lo que es seguro que siempre estará entre los que viven de nosotros y muy lejos… muy lejos del trabajo real.
Se postulan para cargos que luego de elegidos no cumplen o no piensan cumplir. Gobernadores que se postulan para diputados, intendentes para concejales, pero que anticipan que seguirán en sus cargos sin asumir para lo que se hacen votar.
Otros que han asumido cargos para los que fueron votados hacen tan solo un año y medio, renuncian para postularse a otro cargo por cuatro años el que tampoco finalizarán.
Ahora votamos legisladores. Votamos hombres y mujeres por su cara, si habla bien o si nos agradó cuando estuvo en televisión ¿y las propuestas?... Bien gracias.
¿Será que nos tenemos que resignar a este sistema? ¿O será como dicen algunos que todo explotará?
Si todo explota, si tenemos suerte, tal vez la explosión haga desaparecer a todos estos mantenidos y surja de los escombros los brotes de una nueva política o, mejor dicho, el embrión de nuevos políticos, que nos encaminen positivamente a una real y verdadera democracia, donde surjan autoridades elegidas por las bases de una sociedad comprometida y con amplia participación.
De lo único que tenemos que alegrarnos es que por más desaguisados que cometan nuestros políticos, nunca más nadie golpeará las puertas de los cuarteles para hacer el cambio y los que aún piensan en eso, son una minúscula minoría repudiada por todos los argentinos bien nacidos.
El cambio se tendrá que ir operando poco a poco y desde las urnas.